El primer ministro pensaba haber viajado en vuelo regular
El primer ministro portugués, Francisco Sa Carneiro, murió por una decisión de última hora. Poco antes de que el bimotor Cessna C 421 se estrellara sobre los tejados del barrio lisboeta de Fontainhas, Sa Carneiro y sus cuatro acompañantes tenían reservados asientos en el vuelo 110 de la compañía portuguesa TAP. Pero, a última hora, se optó por acudir al mitin electoral de Oporto en el aerotaxi fletado por la gubernamental Alianza DemocráticaLa avioneta, empleada a fondo durante toda la campaña electoral, estaba ya muy desgastada. Poco antes de despegar por última vez del aeropuerto de Portela, de Lisboa, fue sometida a una breve revisión de media hora para verificar el funcionamiento del motor izquierdo, que, según fuentes oficiosas del aeródromo lisboeta, había comenzado a fallar.
Ninguna de estas dificultades técnicas arredraron a los cinco pasajeros y a los dos tripulantes del aparato. Sin llegar a tomar altura, la Cessna C 421 rozó una de las vallas que marcan los límites de las pistas y fue a caer, envuelta en llamas, sobre el tejado de una casa de la calle de Sâo Francisco.
La rapidez y transparencia con la que se comunicó a los portugueses la noticia no impidió que surgieran rumores. «Fue un sabotaje», decía ayer noche -todavía con convencimiento- un anciano que guardaba cola frente al monasterio de los Jerónimos para pasar frente al ataúd que contiene los restos calcinados del que fue primer ministro portugués hasta el pasado jueves por la noche.
Al borde de la medianoche, un comunicado del Partido Socialdemócrata (PSD) de Sa Caneiro ponía las cosas en su lugar y apagaba los rumores de los primeros momentos.
Luego vino la calma. A lo largo de la madrugada, los simpatizantes de la AD se iban concentrando frente a las oficinas electorales de su candidato a la presidencia, el general Soares Carneiro. Mientras unos esperaban la llegada de las últimas noticias, otros rezaban el rosario.
Entre tanto, un vaivén de curiosos se sucedía en las cercanías de la calle de Sâo Francisco. A esas horas que precedían al amanecer se conocía ya el fallecimiento de la octava víctima de accidente: el conductor de un Renault 5 que fue embestido por uno de los trozos del aparato.
Un Morris de color naranja, que estaba aparcado en la calle, polarizaba la atención de los curiosos trasnochadores. Junto al vehículo, carbonizado, quedaba uno de los pocos restos casi intactos de la avioneta: las ruedas del tren de aterrizaje. El azar quiso que toda esta chatarra fuera siendo acumulada junto a un poste eléctrico del que colgaba un cartel electoral del máximo rival de la AD en las elecciones presidenciales: el general Ramalho Eanes.
Lisboa amaneció ayer con todas las banderas a media asta. Comenzaba así el primero de los cinco días de luto oficial decretados por el Gobierno. El país se despertaba en un clima de completa tranquilidad. Las sucesivas ediciones de los periódicos se irían agotando. La monotonía cotidiana sólo será alterada durante estas jornadas de luto por los cambios en los programas de la radiotelevisión y la suspensión de la liga de fútbol.
En filas disciplinadas y fluidas, miles de personas pasaron ayer por la capilla ardiente. A primeras horas de la tarde, un tercer féretro se unía a los de Sa Carneiro y al del ministro de la Defensa, Adelino Amaro da Costa: el de la esposa del ministro de Defensa, María Manuela Vaz de Pires, que fue colocado a menor altura, cubierto por un tapiz de terciopelo morado bordado en plata.
Ausente de los homenajes populares y oficiales ha quedado el cadáver de la compañera de Sa Carneiro, Snu Bonnier Abecassis, de nacionalidad danesa.
Separado de su primera mujer -con la que había tenido cinco hijos-, Sa Carneiro vivía con Snu desde hacía ya tiempo, enfrentándose a la actitud escandalizada de ciertos sectores integristas del país.
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