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El instituto de enseñanza media de Azpeitia, destruido en atentado

Los Comandos Autónomos Anticapitalistas reconocieron a última hora de ayer, en una llamada telefónica a Radio Popular de Loyola, la autoría del atentado que destruyó parcialmente el instituto de enseñanza media de Azpeitia (Guipúzcoa), asegurando que el centro era un ejemplo del deterioro que sufre la enseñanza pública en Euskadi.El atentado impedirá la continuidad de las clases de BUP y COU que se impartían a 636 alumnos de la comarca. Tanto éstos como los profesores y la asociación de padres, habían protestado últimamente por el mal estado de las instalaciones y preparaban un informe que pensaban dirigir a la Delegación Provincial del Ministerio de Educación. El comando colocó tres cargas explosivas, de las que sólo una llegó a estallar, así como varias bombonas de butano destinadas a ampliar la explosión, procedimiento que ya fue empleado por ETA Militar en el atentado contra las oficinas centrales de la Universidad de Navarra, en julio del presente año.

El atentado se produjo a la 1.15, después de que tres individuos encapuchados hubieran secuestrado a punta de pistola al conserje del instituto y a su esposa. Pasadas las once de la noche, finalizó en el centro escolar, situado en el Alto de Garmendia, una reunión de la asociación de padres de alumnos, que había tratado, entre otras cuestiones, la situación deficiente de las instalaciones. Minutos después, los tres desconocidos llamaron a la puerta de la vivienda del conserje, Félix Sodupe, que se encuentra en la misma edificación del instituto, asegurando que iban de parte de la directora. Una vez dentro, los encapuchados amenazaron con una pistola al conserje y a su esposa, Inés Beloki, y les pidieron las llaves de las aulas y de su automóvil.

Mientras dos de los miembros del comando vigilaban en la cocina al matrimonio, el tercer encapuchado se ausentó durante media hora. En este espacio de tiempo, presumiblemente, fueron colocadas las tres cargas explosivas y las bombonas de gas butano.

Hacia las doce, los encapuchados introdujeron al matrimonio en su propio automóvil, alejándose hacia un barrio de la localidad, donde uno de los jóvenes abandonó de nuevo al grupo, para regresar poco después.

Los tres miembros del comando preguntaron a sus rehenes adónde querían ser conducidos, trasladándoles hasta el domicilio de un familiar y ordenándoles que no dieran aviso de lo sucedido a la policía hasta transcurrido cierto tiempo.

La explosión pudo ser escuchada en toda la localidad. Según se pudo comprobar más tarde, de los tres artefactos colocados en puntos opuestos del edificio sólo llegó a explosionar uno. Tampoco estallaron las bombonas de butano, aunque alguna fue lanzada a varios metros de distancia y dejó escapar el gas que encerraba a consecuencia del golpe.

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La onda expansiva afectó sobre todo al pabellón superior y destruyó cielos rasos, ventanales y mobiliario, dejando las instalaciones inservibles, aunque en una primera revisión parece que la estructura del edificio no ha sido afectada. Los daños se estiman en una cifra próxima a los diez millones de pesetas.

La delegada provincial del Ministerio de Educación y Ciencia se trasladó a Azpeitia por la mañana, para valorar las consecuencias del atentado y examinar la situación con el claustro de profesores. Las clases han quedado suspendidas hasta que se encuentre alguna solución provisional.

Todas las hipótesis aventuradas ya durante la mañana por alumnos y profesores apuntaban hacia alguna relación entre el atentado y las protestas que se habían realizado desde que comenzó el curso sobre la situación de las instalaciones del instituto. Según estas fuentes, el edificio había sido construido para impartir enseñanzas técnicas, por lo que disponía de talleres más que de aulas. El sistema de calefacción era muy deficiente y apenas existía material didáctico.

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