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La Europa comunitaria fortalecerá su autodefensa ante una nueva crisis del petróleo

Soledad Gallego-Díaz

La Europa comunitaria, que es ya desde ayer la Europa de los diez con la incorporación práctica, aunque no formal, de Grecia, se enfrenta a una; década peligrosa, en la que se pondrá duramente a prueba su capacidad para mantener tanto su papel en la economía mundial con su presencia como factor de progreso, estabilidad y seguridad en el plano político. Con este «clave» expresado por el primer ministro italiano, Arnaldo Forlani, los jefes de Gobierno de los diez iniciaron ayer en Luxemburgo una reunión de dos días de duración con una agenda informal y eminentemente política.La reunión de Luxemburgo hará las delicias del presidente de la República Francesa, Valéry Giscard d'Estaing, quien «inventó» el Consejo Europeo y que ha defendido siempre la convocatoria cada seis meses de todos los jefes de Gobierno de los países miembros de la CEE, no como un foro para encontrar soluciones a problemas técnicos, sino como una ocasión «de oro» para que Europa reflexione junta.

Giscard volvió a insistir en este concepto nada más descender del avión: «Este es un momento muy importante para Europa. Tenemos que discutir juntos cuál va a ser nuestra posición frente a los problemas del mundo».

Cuatro temas reclaman la atención de los jefes de Gobierno de los diez: la situación económica, Oriente Próximo, Polonia y las relaciones con Estados Unidos y con su futuro presidente, Reagan.

El primer ministro de Italia, Arnaldo Forlani, expuso ante sus colegas un panorama «inquietante». Analizando el informe de la Comisión Europea sobre las perspectivas para 1981, Forlani planteó numerosos interrogantes sobre el futuro de la economía europea.

Forlani se refirió casi angustiosamente a la necesidad de que Europa coordine sus esfuerzos en el plano político, tanto como en el económico. «El peligro de una tercera crisis del petróleo exige que aumentemos nuestra capacidad de autodefensa, que preparemos maniobras articuladas y conjuntas». Y la autodefensa política tiene inmediatas implicaciones económicas: «Europa», dijo Forlani, principal orador de ayer, debe impedir el reforzamiento del dólar, y fijarse cuatro prioridades sobre las que concertar su política comunitaria: defender el nivel de empleo (siete millones y medio de parados es ya una cifra «enormemente grave»), revitalizar el programa de reestructuración industrial, buscar una mayor competitividad y reflexionar seriamente en común sobre la cooperación con países en vías de desarrollo.

El petróleo sigue siendo una palabra angustiosa para los europeos. Los ministros de Energía, reunidos la semana pasada en Bruselas, intentaron fijar un «reglamento» para impedir la «locura» que acomete a los mercados spot en cuanto la situación en Oriente Próximo sufre un empeoramiento.

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Los nueve se comprometieron a limitar sus almacenamientos a noventa días, es decir, a empezar a consumir ya sus reservas superiores a esa cantidad para «ajustar» el mercado libre y evitar otra subida.

Informe de Thorn

Pero si la guerra irano-iraquí provoca problemas coyunturales, el auténtico peligro reside en el permanente conflicto árabe-israelí. Gastón Thorn, hasta hace pocos días ministro de Asuntos Exteriores de Luxemburgo y futuro presidente de la Comisión Europea, ha elaborado un informe de 32 páginas sobre su reciente gira por las capitales implicadas. El informe, señalaron ayer varios portavoces, será debatido en la reunión. La reunión contará por primera vez con la voz de un jefe de Gobierno griego, país que, como España, no reconoce a Israel. George Rallis, que asiste como observador, ya que Grecia no será miembro de la CEE hasta el 1 de enero próximo, pese a que su bandera ondeaba ya ayer junto a la de los nueve, tendrá ocasión de explicar sus relaciones con los países árabes y su visión del conflicto.

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