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Precaria tregua entre el Gobierno y los sindicatos autónomos polacos

Polonia vivió ayer una jornada de precaria tregua tras la liberación de dos colaboradores del sindicato autónomo, de Varsovia Mazowsce y la anulación por parte de este sindicato de la orden de huelga general para las empresas de la región de Varsovia, prevista para ayer. Mientras tanto, los comentarios de la Prensa de los otros países socialistas son cada día más duros hacia la situación en Polonia.

El acuerdo fue alcanzado en la noche del miércoles al jueves en el conflicto que enfrentaba a Mazowsce y al Gobierno a raíz de la detención de dos colaboradores del citado sindicato, Jan Narozniak y Piotr Sapelo.Este compromiso incluye la celebración de conversaciones «sobre la legalidad en Polonia». En este sentido, ayer se reunieron una delegación de Mazowsce, encabezada por su presidente, Zbigniew Bujak, y otra gubernamental, dirigida por el viceprimer ministro Mieczyslaw Jaglieski, y de la que formaba parte también el ministro de Justicia, Jercy Bafia.

Un portavoz gubernamental dijo al finalizar esta reunión que el próximo encuentro tendría lugar el próximo día 4 de diciembre. Los portavoces del sindicato señalaron que las negociaciones están referidas al conjunto de las reivindicaciones del sindicato sobre el funcionamiento de la justicia y la policía en Polonia.

Los dos colaboradores del sindicato autónomo habían sido detenidos tras el registro de la sede de Mazowsce en Varsovia, en el que fue descubierto un documento confidencial emitido por el procurador general de Polonia sobre las actividades de los disidentes polacos desde 1964. Los colaboradores fueron acusados de violar secretos de Estado.

Este asunto llevó al sindicato autónomo a poner en cuestión el funcionamiento de la justicia y de las fuerzas policiales polacas y a exigir al Gobierno a debatir el tema con él. Reclamó asimismo la formación de una comisión gubernamental que se desplazase a las acerías de Huta Warzawa para fijar el orden del día y el calendario de tal debate. Mientras esto no ocurriese, los trablajadores de este centro industrial continuarían la huelga.

Por su par le, el periódico del Ejército, Zolniet Wolnosci, cuya aparición -como la de los demás diarios de la mañana- se vio retrasada por el paro de los tipógrafos, parece endurecer su postura ante la situación.

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En un comentario no firmado, el periódico hace, prácticamente, un llamamiento a la disciplina. «No podemos permitirnos durante más tiempo pagar día a día un precio cada vez más elevado por el estilo de vida política que hemos alcanzado». Afirma también que «nuestro país no debe discutir únicamente, sino también gobernarse con inteligencia para salir de la crisis en la que nos hundimos cada día más».

En Praga, el órgano del Partido Comunista checoslovaco, Rude Pravo, que desde el principio no ha ocultado su hostilidad hacia el nuevo sindicalismo polaco, afirma: «Las fuerzas enemigas del interior quieren desarrollar un irade-unionismo anticomunista y agresivo. Para los comunistas polacos hay un límite que no debe ser rebasado». El tono del periódico recuerda el estilo de los artículos que hacían llamamientos a la «normalización» en la época de la «primavera de Praga».

En Berlín Occidental, los medios de comunicación acusan abiertamente al líder sindical Lech Walessa de «colaborar» con un movimiento «contrarrevolucionario».

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