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El Gobierno inglés inicia la privatización de las comunicaciones

Andrés Ortega

El Gobierno británico ha presentado un proyecto de ley por el cual se dividirá el famoso Post Office en dos sociedades, una para los servicios de correos y otra para las telecomunicaciones, abriendo ambos campos a la inversión privada. En el sector de las telecomunicaciones, la lucrativa empresa estatal de comunicaciones internacionales, Cable and Wireless, podrá vender algunas de sus acciones a inversores privados.La otra gran empresa, British Telecom, conservará por ahora su monopolio básico de la red telefónica, no vendiendo participaciones al sector privado. El ministro de industria, sir Keith Joseph, señaló la necesidad de grandes inversiones de capital en el campode las telecomunicacicones y para ello alentó a British Telecom a que emprendiese proyectos conjuntos con las industrias privadas. El programa del ministro de Industria, a tres años vista, permitirá alas empresas privadas disporier de una mayor libertad en la producción e instalación de equipos, compitiendo con la industria estatal. Esta política se aplicará especialmente para aquiellos servicios no proporcionados por British Telecom y podría llevar a la introducción por el sector prlvado de comunicaciones por microoridas y sistemas de satélites comerciales.

En cuanto al servicio de correos, la nueva ley permitirá al ministro, de Industria suspender el monopollo del Post Office, que en el futuro será sólo responsable de los servicios postales y de giros bancarios. Esta suspensión se produciría en caso de huelga o de un descenso en la calidad de los servicios.

Los inversores privados podrán crear sus propios sistemas de distribución para servicios urgentes u otros tipos de cartas. El nuevo proyecto de ley prevé que el Post Office se verá obligado a aceptar responsabilidad. por todos los paquetes postales, y no solamente para el correo certificado. Los usuarios podrán, pues, demandar a la empresa nacional en caso de daños.

El sindicato de ingenieros del Post Office recibió con agrado la noticia de la separación de las sociedad en dos partes, pero se opuso totalmente a la pérdida de los monopolios estatales.

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