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El Banco de España pretende la demolición de un edificio de principios de siglo

El Banco de España convocó, a finales de 1978, un concurso de ideas para realizar una ampliación de su actual edificio central, junto a la plaza de la Cibeles, en la esquina de las calles de Alcalá y Marqués de Cubas. El concurso, a pesar de su valor academicista, presentaba, desde su origen, el inconveniente ciudadano de que, fuera cual fuera la solución que pudieran presentar cada uno de los arquitectos convocados a él, era necesario derribar el edificio que actualmente se sitúa en esa esquina, con todo lo que ello comporta de el despilfarro económico y de pérdida de un edificio de indudables valores arquitectónicos.

En 1919, la Banca Calamarte encargó al arquitecto José de Lorite y Kramerel diseño y construcción de un edificio que sería destinado a la instalación de sus oficinas en la planta baja, en tanto que el resto del edificio estaría ocupado por viviendas de lujo que serían vendidas o alquiladas. El edificio en cuestión fue construido entre los años 1919 y 1924. Posteriormente, las oficinas fueron ocupadas por el Banco Pastor, para ser definitivamente desalojado el edificio, en el año 1974, al ser adquirido por el Banco de España, que pensó, desde un primer momento, en instalar en él nuevas oficinas.La situación actual del edificio, en lo que a protección del patrimonio inmobiliario madrileño se refiere, es la de su inclusión en el centro histórico de la ciudad, lo que equivale a su protección por la Administración central (Ministerio de Cultura). Igualmente forma parte del Plan Especial de Conservación del Ayuntamiento de Madrid, que entró en vigor a finales del mes pasado, al ser publicado en el Boletín Oficial de la Provincia. Dicho de otra forma, no es posible, legalmente, su demolición.

Preparación del terreno

A pesar de esa situación, que legalmente habría de impedir la demolición del edificio; el Banco de España, en la reunión que celebró su consejo ejecutivo el 25 de septiembre de 1978, decide convocar un concurso de ideas «con destino a la ampliación de su edificio en la esquina de la calle de Alcalá con la de Marqués de Cubas».El concurso fue considerado restringido y a él sólo fueron invitados siete arquitectos, con lo que se impedía, de entrada, a posible aportación de ideas por parte de otros muchos arquitectos españoles que, menos conocidos, no darían al nuevo edificio el renombre de su firma. Los siete arquitectos convocados individualmente a aportar sus ideas fueron Oriol Bohígas (que presentó su proyecto en colaboración con Martorell y Mackay), Luis Cubillo de Arteaga, Fernando Moreno, Eleuterio Población, José Rafael Moneo, Ramón Vázquez Molezún (que presentó dos posibles soluciones, en colaboración con otro arquitecto, Corrales) y Javier Yarnoz.

El fallo del concurso se produjo el 15 de octubre de 1979 y, a resultas de él, fue elegida la propuesta hecha por Rafael Moneo.

Previamente a la convocatoria del concurso, el Banco de España remitió a cada uno de los organismos posiblemente interesados en el tema un escrito en el que les anunciaba su propósito. De esta forma, tanto el Ayuntamiento madrileño como el Colegio Oficial de Arquitectos o la mismísima Real Academia de Bellas Artes de San Fernando tuvieron conocimiento oficial de lo que pretendía hacer el banco, demolición incluida.

De esta forma, nos encontramos con que tres de los organismos que deberían velar, teóricamente, por el mantenimiento de la arquitectura en la ciudad y por evitar tales despilfarros tenían conocimiento previo y oficial del posible derribo y, llegada la hora de consumarlo, no podrían alegar desconocimiento para oponerse a él. Además, el propio Colegio de Arquitectos ha organizado una exposición de las obras presentadas al concurso.

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