Era sin héroes
Los héroes de las películas no son ya aquellos victoriosos caballeros que se mantenían frente al enemigo disparando sin caer y conquistando al tiempo el amor de la muchacha con una simple mirada de atención. Ahora el cine quiere parecerse a la vida y, por tanto, aquellos legendarios y mentirosos superhombres han dado paso a una serie de personajes más complejos, más verdaderos, antiheroicos. Es el caso de este profesor de literatura que Fernando Méndez-Leite ha elegido como protagonista de su primer largometraje. Ya el propio título de la película, El hombre de moda, revela una cierta ironía desmitificadora de este hombre contradictorio, cobarde, lúcido en su oficio, inmaduro en vida privada y, en definitiva, tan inverosímil como bastantes de nuestros personajes cotidianos.Las relaciones del profesor con sus mujeres, cada una de ellas dependiente de una situación vital distinta, pero todas carentes también de una auténtica libertad, forman una panorámica sobre algunos aspectos de nuestro tiempo, pero sin pretensiones denunciadoras ni generalizadoras. El hombre de moda es, por el contrario, una película que quiere ser modesta, sin alardes, como cumpliendo una necesidad íntima de reflejar el me dio ambiente. Y, como en la vida diaria, sus personajes hablan y hablan (es una película donde las imágenes no descubren perspectivas nuevas, pero sí ilustran con sensibilidad los numerosos parlamentos de estos antihéroes), hablan necesitando explicarse, pero hablan, lógicamente, con torpeza, como seguramente hablamos todos cuando queremos definirnos sólo en frases. Y el tiempo se les pasa hablando sin que lleguen a cambiar sus vidas, sin que ninguno supere la monotonía de la autocompasión.
El hombre de moda
Director: Fernando Méndez-Leite. Guión: Fernando Méndez-Leitey Manuel Matji. Fotografía: Porfirio Enríquez. Música: Luis Eduardo Aute. Intérpretes: Xabier Elorriaga, Marilina Ross, Walter Wídarte, Carmen Maura, Luis Politi. Española. Comedia, Locales de estreno: Azul y Minicine 1.
La sencillez de Méndez-Leite es, sin duda, su principal virtud. Su película tiene una sutil capacidad de sorpresa porque no responde a un género determinado ni repite fórmulasVa conocidas. Resulta casi siempre inesperado el desarrollo de la acción, aunque sea ésta una acción soterrada, que el espectador rebusca, participando en ese juego íntimo de los personajes, encarnados con inteligencia por un buen número de excelentes actores, entre los que quizá no sea el mejor Xabier Elorriaga, el protagonista, pero al que no puede reprochársele tampoco falta de sinceridad en su trabajo. Habría que pensarse si lo que irrita es el actor o lo que puede tener de representativo.
Como Méndez-Leite ha querido huir de esa «brillantez» tan de moda en algún cine español, su película es un conjunto de apuntes, de reflexiones rápidas, que al final dejan un poco perplejo, dudoso, pero con ganas de conocer la siguiente obra de este director.
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