Los presidentes griego y yugoslavo piden una conferencia balcánica
Constantino Caramanlis, presidente de la República de Grecia, concluyó ayer su visita oficial de tres días a Yugoslavia, vecina no alineada de Grecia en los Balcanes y primer país que Caramanlis visita tras el regreso de Atenas al pacto militar de la OTAN. Griegos y yugoslavos han quedado de acuerdo al fin en que para abril se convoque una conferencia interbalcánica en Bulgaria, el aliado número uno de la Unión Soviética en Europa, con el que Yugoslavia tiene tantos recelos por la cuestión de Macedonia.
Según fuentes diplomáticas de Atenas, el tema de Macedonia ha logrado ser eludido, una vez más, por griegos y yugoslavos. Mientras que la derecha griega suele recordarla presencia histórica de Grecia en la hoy república yugoslava de Macedonia, los macedonios de Yugoslavia suelen suscitar la cuestión de minorías eslavo-macedonias que viven en Grecia. Solamente se produjo un incidente extraoficial, cuando el enviado especial del diario profascista griego Elefteros Kosmos (Mundo Libre) interpeló a un portavoz yugoslavo sobre la cuestión de las minorías.
Un encuentro más greco-yugoslavo que concluye sin la abolición mutua de visados. Los griegos, no obstante reiterar su apego a los acuerdos de Helsinki, siguen sin eximir al turismo yugoslavo de la obligación de solicitar visados.
Probablemente, el logro más importante de estas conversaciones entre griegos y yugoslavos, dos Estados situados en el «barril de pólvora» balcánico, ha sido la aceptación griega de un proyecto de oleoducto yugoslavo que uniría Skopje, capital de la Macedonia yugoslava, con el puerto griego de Salónica. A cambio, los yugoslavos aumentarán el cupo de camiones griegos que podrán cruzar por las autopistas yugoslavas rumbo a sus mercados de la Europa comunitaria, en la que Grecia ingresará el 1 de enero.
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