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Presidente Reagan

Los americanos, a lo largo de todo el país, han votado su temor, su furia y su frustración el martes para sacar a Jimmy Carter de la presidencia. Durante este proceso reorganizaron el Congreso, dando a los republicanos mayoría en el Senado por primera vez en veinticinco años, reduciendo el margen demócrata en la Cámara de Representantes y obteniendo varios gobiernos de Estado. Que repudiasen a Jimmy no es una sorpresa. Pero la magnitud de la victoria de Reagan fue asombrosa. El ex gobernador de California, que entró en la campaña electoral en 1980 siendo objeto de bromas, aparece como la clara elección de casi todos los segmentos de la sociedad americana...Es evidente que la elección de 1980 ha sido más bien un repudio que una afirmación. Una elevada inflación, un alza en el número de desempleados, tasas de interés muy grandes, perspectivas de una subida de los precios de la energía, prolongado cautiverio de los rehenes norteamericanos en Irán y la conciencia del declive de la potencia militar y económica de Estados Unidos, todo esto ha contribuido a proporcionar un sentimiento de impotencia nacional. De todo ello, no con completa justificación, la Administración Carter fue considerada como responsable.

El 20 de enero de 1981, el gobernador Reagan tendrá ocasión de cambiar estos aspectos negativos por otros positivos. La primera cosa que tendrá que hacer es clarificar ante el pueblo qué presidente Reagan han elegido. ¿El archiconservador, que inició su campana con ruido de sables y que rechazaba todo programa social, o el candidato moderado, que daba vagas, pero tranquilizantes, garantías sobre la grandeza americana? Si Reagan considera su victoria como la expresión de confianza en su larga trayectoria conservadora y piensa que su reciente moderación no era más que un juego necesario de su campaña electoral, Estados Unidos puede llegar a vivir tiempos duros. Nadie puede estar seguro de cómo estimará Reagan elevar el presupuesto de defensa y qué prioridades serán las suyas cuando empiece a negociar con un Congreso que será siempre difícil, pese a su nueva estructura.

6 de noviembre

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