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ELECCIONES EE UU 80

Reagan intenta corregir su imagen belicista

Las relaciones exteriores, junto con la situación económica, es uno de los temas que incidirán directamente entre los electores norteamericanos en el momento de depositar su voto, el martes 4 de noviembre, a favor de la reelección del presidente demócrata, Jimmy Carter, o para la victoria del republicano Ronald Reagan. Con una imagen popular un tanto belicista, atacado de frente por Carter, que lo sitúa como un hombre capaz de provocar una guerra, el republicano Ronald Reagan intenta corregir actualmente la presentación de su programa de política exterior «moderando» una serie de puntos de vista.

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América Latina, en el punto de mira de los republicanos

La política de una Administración republicana respecto a la URSS, China, Europa Occidental, Oriente Próximo y América Latina es analizada por los asesores de Ronald Reagan como «una política más realista» que las «imprevisibles actuaciones» de Carter. Sin embargo, saben que una posible liberación de los rehenes norteamericanos, que ayer cumplieron su 356 día dé cautiverio en Teherán, influirá en favor del actual presidente.«Una mejora de la defensa de Estados Unidos restablecerá la confianza entre los aliados y demostrará a los adversarios que no hay posibilidades de expansionismo», explican los asesores en política exterior del equipo republicano Reagan-Bush.

Pesimismo hacia la URSS

La relación con la Unión Soviética es su principal preocupación. Su tesis es que la Administración Carter ha debilitado considerablemente la defensa occidental firmando un tratado sobre limitación de armas estratégicas SALT II (todavía pendiente de la ratificación del Senado norteamericano) desfavorable para la defensa de EE UU.Ronald Reagan insiste en que, si es elegido presidente, denunciará el tratado SALT II para negociar un tratado SALT III sobre «bases más equilibradas». Recibe, en apoyo de sus tesis, la opinión de Henry Kissinger, artífice de las primeras negociaciones SALT. Un Kissinger que se desmarca, sin embargo, un poco de la visión de los «halcones» de la política exterior de Reagan, señalando que, de todas formas, «Reagan es esencialmente un hombre prudente».

¿Cómo evitar que la URSS continúe una política de rearme si Estados Unidos, bajo una presidencia republicana, denuncia el tratado SALT II? «La URSS no ha cesado nunca su carrera de armamentos, al destinar cada año más del 15% de su PN B al programa militar», replican en la sede electoral Reagan-Bush.

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Si con la URSS el lenguaje sigue «firme», respecto a China la posible Administración Reagan parece moderar su estrategia. Ronald Reagan declaró en primavera que restablecería las relaciones diplomáticas con Taiwan, lo que originó cierto revuelo en Pekín, en plena «luna de miel» con la Administración Carter. Georges Bush, vicepresidente, con Reagan, y ex embajador de EE U U cn Pekín -durante la Administración del presidente Gerald Ford-, viajó a la capital china para «explicar» el contenido de las palabras de Reagan.

En relación con Oriente Próximo, Reagan se distancia de los acuerdos de paz de Camp David, firmados entre Estados Unidos, Egipto e Israel, en todo lo que suponga concesiones que puedan reforzar a los palestinos de la OLP.

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