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Reportaje:

Centenares de miles de pesetas se mueven a diario con el llamado "juego de la pirámide"

Hay quien asegura que en una sola noche ha ganado 800.000 pesetas y que, desde luego, en una semana, a mucho tardar, se puede conseguir la misma cantidad. Se trata de hacer la pirámide, juego de moda en las noches madrileñas, en las que hay gente capaz de jugarse desde 10.000 a un millón de pesetas, aunque las más frecuentes son las de 100.000. El sistema es el mismo de aquellas infantiles cartas con cromos o postales por las que se aseguraba que los que se enviaban podían multiplicarse diez veces. Lo mismo, pero con dinero. Con mucho dinero, libre de impuestos.

Cantantes superfamosas, actores, abogados, algún periodista, señoras ociosas y cualquiera que disponga en efectivo de la cantidad que se juegue recorren la noche madrileña a la búsqueda de nuevos jugadores. El «¿Y tú estás ya en alguna pirámide?» es, desde hace unas semanas, la pregunta más oída en ciertos céntricos clubes. Para jugar con más tranquilidad se prefiere la casa del que ocupe la cúspide de la pirámide, quien además, con la euforia de las inmediatas y fáciles ganancias, será más generoso a la hora, de invitar a las rituales y diarias copas, a las que asisten todos los participantes y los amigos que puede que esa noche se animen.De repente, un amigo cualquiera te dice que, en lugar de quedar a tomar la copa en uno de los lugares habituales, te puede interesar más ir a casa de unos conocidos con los que se está jugando una pirámide. La promesa es que vas a ver una forma rápida y fácil de ganar dinero. Ese primer día no hace falta que lleves ninguna cantidad especial. Se trata de ir, ver el ambiente y enterarse detalladamente del juego.

El lugar de reunión suele ser la casa de algunos jugadores o un club de confianza. Esta primera vez el encuentro es en un chalecito de Chamartín propiedad de Carmen, una mujer de unos 45 años, que va recibiendo a los jugadores y a los amigos nuevos con enorme sonrisa en los labios, ya que la llegada de gente nueva siempre supone que el momento de conseguir el dinero puede acelerarse. Todos los detalles de la casa delatan un alto nivel de vida. Probablemente a Carmen el perderlas 100.000 pesetas -cosa que se garantiza que es imposible de que ocurra- podría dejarla bastante fría. Asegura que es el juego más divertido que se ha descubierto y cuenta que su marido, que ha vuelto hace unos días de Santo Domingo, le ha dicho que allí la gente no juega a otra cosa.

Hay whisky, ginebra, tónica, hielo, limón y numerosos vasos sobre una mesita de cristal. La gente se va sentando sobre mullidos cojines desparramados sobre la moqueta, y al fondo, en una amplia y negra pizarra, está dibujada la, pirámide.

Se nota un cierto nerviosismo y olor a dinero entre las múltiples sonrisas y abrazos mundanos de los jugadores. Tras unos veinte minutos de divagaciones que no dan más de sí, un homre alto y barbudo, con ligero acento suramericano, se levanta y se acerca a la pizarra.

«Como veo que hoy ha venido bastante gente nueva, antes de explicar las novedades voy a contar en qué consiste el juego. Quiero advertir que el juego es totalmente legal, porque no hay nada legislado sobre el tema y nada impide que un grupo de amigos queramos pasar un rato agradable y además conseguir un dinero que a todos nos gusta. La pirámide la inicia un primer jugador, que pone 100.000 pesetas. Este debe traer dos personas, que se colocan inmediatamente debajo de él. La mitad de lo que han puesto estos dos pasa al primer jugador, con lo que éste ya ha recuperado su dinero, y el resto, como en los casos sucesivos, se destina para el que ocupa la cúspide. Los dos nuevos lo recuperan con los cuatro siguientes; éstos, con los ocho que se colocan debajo, y, finalmente, los últimos deciséis dejarán el bolsillo equilibrado de los últimos ocho. En el momento en que 31 personas hayan pagado sus 100.000 pesetas, el jugador que esté a la cabeza se lleva 800.000 del 1.600.000 pesetas recaudadas, y la pirámide se divide en dos para volverse a formar de nuevo».

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Nadie pierde

Según estas explicaciones, nadie pierde. Siempre y cuando lleve las dos personas a que se le obliga. El dinero hay que llevarlo en un sobre y no valen cheques. El primer día se acepta un pagaré, que servirá para reservar la casilla, pero que, sí al día siguiente no se hace efectivo, se rompe y pierde toda validez.En las casillas de esta pirámide hay nombres conocidos: una famosa cantante ocupa dos casillas; junto a ella se sitúan un abogado laboralista, un director de cine, una chica recientemente despedida de una guardería y que está a la espera del juicio de la Magistratura de Trabajo. Pero, en general, la mayoría de las caras son muy habituales de cualquier revista del corazón.

Ya, tras las explicaciones y el recuento del nuevo dinero que ha llegado, una de las jugadoras, próxima a la cúspide, anuncia con gran satisfacción que «mañana viene la mujer del pintor... Vamos a reservarle una casilla y yo misma le firmo su pagaré. Esta nos saca del atolladero, porque con ella viene todo Madrid». Para el día siguiente se queda en hacer la reunión en un céntrico club. Se espera que, por fin, se rompa la pirámide.

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