A tus brazos otra vez
Al principio, la película parece Rebeca en colores: una mujer vuelve al caserón donde tanto sufrió en tiempos. Pero cuando aparece Javier Escrivá, que es prácticamente en seguida, ya sabemos que nos encontramos ante una película envarada e inverosímil. No es una obra de Hitchcock, como se pretende, sino, por el contrario, una narración morosa, sin gracia y, lo que es peor, sin terror. A pesar de que los guionistas sean seis y a pesar también de que los ingredientes teóricos de la historia correspondan a lo más clásico del género.Todos vuelven. La asesina, al lugar de los crímenes; la víctima, al sitio de su pecado; los supervivientes, al reencuentro de la pesadilla; los críticos, a su tonto quehacer. Todos acabamos volviendo, como se ve. En ese aspecto parece que la película responde a la realidad. El resto, sin embargo, se pierde en trucos vanos que quieren retrasar el misterio. Pero es inútil. El espectador intuye mucho antes que Ios protagonistas que Aquella casa en las afueras es una diatriba sutil contra el aborto. Es este el juego del terror: los traumas que sufre la mujer que decidió abortar hace tiempo y el enloquecimiento irreversible de la enfermera que ayudó en la operación. Si se ha dicho siempre que no hay película ingenua, ideológicamente hablando, esta obra de Eugenio Martín es una buena prueba de ello. Cuando se tiene entre manos una historia tan burda y tan poco imaginativa, todo resulta, igualmente, torpe. Habría que salvar, en todo caso, la actuación de Silvia Aguilar, que se empeña en dar verosimilitud a un personaje increíble.
Aquella casa en las afueras
Guión de Manuel Summers, José María González Castrillo, Eugenio Martín, Antonio Cuevas, Manuel Matji y Fernando Isaac Hernández Montero. Dirección: Eugenio Martín. Música: Carmelo A. Bernaola. Fotografía: Manuel Rojas. Montaje: Pablo G. del Amo. Española. Terror. Locales de estreno: Conde Duque, Fantasio y Juan de Austria.
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