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Grecia vuelve al mando militar de la Alianza Atlántica

Soledad Gallego-Díaz

Grecia reingresó ayer formalmente en el Mando Militar Integrado de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), que abandonó en 1974 como protesta por la invasión turca de Chipre. La noticia fue hecha pública al término de la reunión celebrada en Bruselas por el Comité de Planes de Defensa de la Alianza Atlántica, con asistencia,del secretario general, Joseph Luns, y del comandante en jefe de las fuerzas atlánticas en Europa, general Bernard W. Rogers, autor del plan que ha permitido lograr el acuerdo entre Atenas y Ankara.La solución del largo contencioso greco-turco es una consecuencia directa del incremento de la tensión internacional provocado por la invasión soviética de Afganistán y por la guerra irano-iraquí. Los países miembros de la OTAN, y muy especialmente Estados Unidos, han redoblado en los últimos meses sus esfuerzos y su capacidad de presión para lograr que Grecia reingresara en el Mando Militar Integrado y que Turquía no opusiera su derecho de veto.

Aunque los portavoces de la Alianza Atlántica se negaron a facilitar detalles sobre el contenido del II Plan Rogers -el primero fue rechazado de plano el pasado mes de febrero por Atenas-, se estima en medios oficiosos que Grecia ha aceptado reducir de diez a seis millas su control directo del espacio aéreo de ciertas islas del mar Egeo y que será el propio Mando Militar Integrado -con Atenas y Ankara dentro- el encargado de precisar detalladamente las competencias de cada uno de estos países.

Turquía se ha opuesto siempre a que Atenas reingresara en el Mando Militar Integrado en las mismas condiciones que disfrutaba antes de 1974, cuando controlaba operacionalmente la mayor parte de las aguas del mar Egeo, y no sólo por razones estrictamente militares, sino también por intereses civiles. Atenas y Ankara se disputan desde hace años la explotación de los minerales que contiene la plataforma marina continental.

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Máxima eficacia para el flanco sur de la OTAN

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La misma fuente puso de relieve «el deseo de ambos países de devolver el máximo de eficacia al flanco sur de la OTAN ». Esta es, a juicio de los observadores acreditados en Bruselas, la razón última del ansiado acuerdo. El éxito del general Rogers -su antecesor, el también norteamericano Alexander Haig, no logró siquiera que griegos, y turcos se sentaran en una mesa a hablar- no es tanto consecuencia de sus buenos oficios como de la cada día más imperiosa necesidad de la OTAN y de Estados Unidos de fortalecer el flanco sur de Europa.

En virtud de esa necesidad -comprendida también por el Gobierno de Rallis y por el nuevo Gobierno militar de Ankara-, Europa occidental y Estados Unidos han prodigado en los últimos meses sus ayudas a ambos países mediterráneos. La Comunidad Económica Europea (CEE) ha concedido créditos a fondo perdido para ayudar a griegos y turcos a remontar la crisis económica, y la OTAN se ha mostrado dispuesta a sufragar programas de defensa.

Pero la condición previa para cualquier reforzamiento del flanco sur de Europa era la coordinación entre Grecia y Turquía, imposible hasta ayer. La OTAN concede una importancia vital al Oriente Próximo y necesita puertos y bases aliadas en sus cercanías. En las últimas reuniones de los mandos militares atlánticos se ha insistido repetidamente en el incremento del potencial naval soviético y en la necesidad de que Europa occidental asegure el control de sus propios mares sin depender absolutamente de la flota estadounidense.

La crisis internacional iniciada a raíz de la invasión soviética de Afganistán aumentó vertiginosamente el valor de las bases griegas y turcas, hasta el extremo de que Estados Unidos, temeroso de que no se lograra el acuerdo para reintegrar a Grecia, aumentó sus presiones para renovar un tratado bilateral que le permitiera utilizar cuatro bases aéreas en suelo griego. Atenas condicionaba este tratado a la previa reintegración en el Mando Militar Integrado y, consecuentemente, a la retirada del veto turco.

La llegada de los militares turcos al poder, y fundamentalmente del general Evren, asiduo visitante del cuartel aliado, abrió un camino de esperanza para la OTAN, sabedora de que ningún acuerdo sería posible sin el apoyo de Ankara. Porque si la situación de Grecia es importante para los aliados, la de Turquía lo es aún más, como único país con frontera directa con la URSS, con catorce estaciones de alerta aliadas y cinco estaciones de escucha electrónica, capaces de detectar las explosiones subterráneas en suelo soviético y de captar las comunicaciones soviéticas por radio.

Con la «firma de la paz» entre Grecia y Turquía, la Alianza Atlántica puede poner inmediatamente en marcha sus planes de reforzamiento naval y control del Mediterráneo, una de las principales exigencias de Estados Unidos, que podría concentrar así su flota en otros puntos del globo.

Para Turquía, el reingreso de Grecia «refuerza la solidaridad en el seno de la OTAN» y coincide con los intereses de Ankara, segun un comunicado oficial del Ministerio turco de Asuntos Exteriores.

El Parlamento griego, ante cuyas puertas se formó anoche una manifestación de protesta, será informado oficialmente mañana, miércoles, de la decisión adoptada por el Gobierno, pero, en principio, no se solicitará su visto bueno al acuerdo. Sin embargo, es casi seguro que el Partido Socialista (PASOK), que encabeza Andreas Papandreu, denunciará la vuelta de Grecia a la OTAN, y sí esto ocurre, el presidente del Gobierno presentará una moción de confianza. Una de las principales banderas de la óposición socialista es precisamente su oposición a la Alianza Atlántica.

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