Estados Unidos y la crisis del golfo Pérsico

Antes de que se produjese la crisis del golfo Pérsico, Estados Unidos percibió, dentro y fuera, que había perdido toda capacidad para anticipar e influir en acontecimientos que amenazaran los intereses occidentales y la paz mundial. Para Estados Unidos no tomar parte en este conflicto es particularmente frustrante y ominoso. Por primera vez en la larga y variada historia de las guerras del Oriente Próximo, Estados Unidos no tiene relaciones diplomáticas con ninguno de los combatientes. ( ... )Afortunadamente, Estados Unidos ha llegado a un acuerdo con Arabia Saudí y con el vecino Omán. Para su buen crédito, la Administración trabaja rápida y secretamente detrás del escenario para disuadir a Arabia Saudí y a Omán para que no permitan que sus aeropuertos sean utilizados por la aviación iraquí y de esta forma se expongan a las represalias de Irán. ( ... )

Estados Unidos no tiene otra elección que permanecer neutral. Pero la Administración hace de la necesidad virtud, dando la impresión de que su política de no intervención está dictada por su preocupación por los rehenes americanos. ( ... ) Los consejeros de política exterior de Carter y los de Reagan, sí éste gana las elecciones, deben examinar de nuevo sus planes para proteger la seguridad del golfo Pérsico. Ambos, Carter y Reagan, han elaborado estrategias para disuadir una intervención militar soviética. Pero el peligro más inmediato es el conflicto local. Ninguno de los candidatos a la presidencia tiene una respuesta a este problema y a las intromisiones de la diplomacia soviética, como el tratado de amistad que el presidente Breznev y Hafez Assad firmaron la semana pasada. ( ... ) Si Estados Unidos rehúsa ayudar a Irán a rearmarse, los iraníes pueden pedir ayuda a Moscú. Los soviéticos pueden acceder a esa petición y acrecentar su influencia en Irán. Parece que han tenido hasta ahora bastante éxito al apostar por los dos bandos en la guerra Irak-Irán.

, 15 de octubre