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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Los caminos del turismo

LA SECRETARÍA de Estado de Turismo, como la falsa moneda, ha ido de mano en mano hasta que, por fin, se la ha quedado el Ministerio de Transportes. A lo mejor, la Providencia le ha proporcionado un cobijo para sus cuitas más adecuado que los anteriores.La inclusión administrativa del turismo en el Ministerio de Información de Arias-Salgado y de Fraga y un componente folklórico costumbrista posiblemente quitaron alguna seriedad al enfoque de los viajes de los extranjeros a nuestras costas como actividad económica de primerísimo orden. Después, la decepción turística de 1979 y 1980 tal vez haya contribuido a enfriar el entusiasmo por una actividad que, además de constituir el primer renglón de la exportación española, sirvió de catalizador al desarrollo de los sesenta. Por un lado, el turismo, con la ayuda de las remesas de nuestros emigrantes, permitió que el saldo de los ingresos. y pagos anuales con el exterior (lo que técnicamente se llama la balanza de pagos por cuenta corriente) se liquidara con un aceptable equilibrio en unos años de creciente importación de maquinaria para nuestra industria. Por otro, las construcciones de hoteles, apartamentos y demás establecimientos para los turistas fueron una de las puntas de lanza de creación de empleo y constitución de un equipo capital muy importante. Este patrimonio, por fortuna, todavía subsiste, y, como decía Die Zeit a fines de este verano, en un concienzudo análisis del futuro del turismo, «a largo plazo, los caminos llevan hacia España, porque ningún país con el sol asegurado puede acoger a tanta gente; sólo en Mallorca hay más camas que en toda Grecia».

A pesar de la crisis energética, las previsiones internacionales sobre las tendencias del turismo son optimistas. La semana de 35 horas será una realidad antes de terminar el decenio en la gran mayoría de los países desarrollados, y no cabe descartar la ampliación de los días de vacaciones pagadas. Pese a los sombríos pronósticos sobre los altos costes del petróleo, los nuevos tipos de aviones quemarán menos queroseno y serán capaces de transportar a muchos más viajeros que ahora. De otro lado, la concepción de la industria turística está cambiando de modo vertiginoso, en parte como consecuencia de la revolución electrónica que viene de la mano de las gigantescas empresas turísticas alemanas. Los futurólogos japoneses coinciden con las previsiones del Hudson Institute, de Hermann Kalin, según las cuales la importancia de la industria turística sólo será superada dentro de poco por la de la energía.

Algunos países, como Alemania Occidental, han empezado a tomar posiciones. El Estado, a través de la Lufthansa y los ferrocarriles federales, es a la vez copropietario y cliente de las organizaciones turísticas. En España, la adscripción de la Secretaría de Estado al Ministerio de Transportes puede incrementar su potencial de realizaciones. Para lograrlo, sin embargo, habrá que encarar desde ahora la actividad turística con una mentalidad más dinámica y profesional y menos política y protocolaria. La Secretaría de Estado de Turismo no puede continuar siendo un anquilosado mecanismo de vigilancia de bares y hoteles para ver si cumplen los requisitos autorizados. Ni los paradores nacionales (donde no sirven una cena pasados cinco minutos de la hora, o el almuerzo, en un caluroso día de verano, en la piscina) deberían servir como una especie de santuarios donde las reservas son difíciles de conseguir, tal vez porque los administradores no se preocupan de su rentabilidad o porque las autoridades continúan considerándolos como una prolongación cómoda y barata de sus domicilios para pasar los fines de semana. El ejemplo de los alemanes y la exigencia de los nuevos tiempos reclaman un cambio súbito y drástico en un organismo que tal vez haya tenido la suerte de caer administrativamente en un lugar más adecuado del organigrama estatal que los que hasta ahora le habían correspondido.

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