Alain Resnais: "Soy un obseso de una determinada forma dramática"
El realizador francés presentó su última película, "Mi tío de América"
«Yo no creo que sea inteligente. Sí soy un obseso de una determinada forma dramática, un trabajador muy meticuloso». Con estas palabras se autodefinió ayer el realizador de cine francés Alain Resnais, de 59 años de edad, que mantuvo una conferencia de Prensa con los informadores sobre su obra, en general, y Mi tío de América, en particular, última película de momento del mencionado director.
Previamente se proyectó el cortometraje Toda la memoria del mundo, sobre la Biblioteca Nacional de París, realizado en 1956 y que, en alguna medida, explica ya alguna de las obsesiones temáticas y claves narrativas del realizador. Algunas de las preguntas fueron sobre la definición que el diario moscovita Pravda había atribuido a su última película, a la que no dudó en calificar de reaccionaria. Resnais replicó que todas las críticas que se habían producido en ese sentido eran meras afirmaciones, sin que hasta la fecha hubiera podido leer una sola demostración de tal aseveración. Añadió que lo que Laborit manifestaba en sus tesis era que el individuo nacía con unos condicionamientos de familia, educación, situación económica, etcétera, importantes; pero que ello no determinaba la imposibilidad de liberarse de dichos condicionamientos, si bien el único método racional sería el de conocerlos, analizarlos y asumirlos.Sobre Mi tío de América, en sus aspectos económicos, señaló que había sido planificada como una producción tradicional, con 67 días de rodaje, y que, en ningún momento, se habían alejado de los esquemas típicos de la producción cinematográfica. Sobre algunas de sus películas anteriores, concretamente Stavisky (1974), o La guerra ha terminado (1966), el realizador señaló que la primera de las dos citadas no la considera distinta del resto de su filmografía, aunque pudiera parecer un intento más comercial por la inclusión de Jean-Pierre Belmondo en el reparto.
Acerca de la película, que trata de la lucha en la clandestinidad de los comunistas españoles, explicó que había Regado a un pacto con Jorge Semprún, guionista de la película, mediante el cual, no se hablaría en ningún momento ni de Bretaña, región de origen de Alain Resnais, ni de España, país de origen de Jorge Semprún. Reconoció los grandes escrúpulos que tuvo antes de realizarla, por el desconocimiento que tenía de España. Sin embargo, añadió, de los pactos iniciales a la realización final cambiaron bastante las cosas, aunque en ningún momento aceptó el que el personaje principal, Diego, deambulara por España. Lo situó exiliado en París, lo que le permitió estudiar las condiciones de convivencia de los exiliados españoles en Francia.
Por lo que se refiere a su posible inclusión dentro de lo que se denominó la nueva ola del cine francés, matizó que él nunca se había identificado generacionalmente con este importante grupo de cineastas que, de alguna manera, promovieron la posibilidad de que se filmaran películas en Francia, ante el éxito de sus primeras producciones. Tampoco tuvo nunca deseos de transformar los métodos de producción, característica común de los integrantes de la nueva ola.
El trabajo con los actores
En el terreno de los proyectos futuros, Resnais declaró que en la actualidad trabaja en cuatro, uno de ellos con el mismo guionista de Mi tío de América, Jean Gruault, aunque no desarrolló ninguno de los mismos porque, según él mismo, todavía están en una fase muy provisional. Sobre el método de trabajo con los actores y refiriéndose a Mi tío de América, explicó que le agradaba mucho la impresión de que un actor pudiera estar improvisando, aunque, aclaró, esto es una impresión meramente artificial: desde un punto de vista de producción, sería imposible trabajar en base a improvisaciones.El método habitual de trabajo de Resnais con los actores es el de charlar ampliamente y visitar los lugares en que va a transcurrir la acción un mes antes del inicio del rodaje, llegando en ocasiones a fotografiar las improvisaciones, a modo de ensayo, que efectúan en los lugares seleccionados para el rodaje. Después analizan las fotografías y, si encuentran algún hallazgo que les interese, lo incluyen en el guión. Este es el nivel máximo de improvisación que lleva a la práctica Resnais en sus películas.
Sobre la capacidad de elección de los actores que intervienen en sus películas, explicó que había tenido la gran suerte de poder trabajar durante sus treinta años de relación con el cine con los actores escogidos por él. El rigor en este campo del realizador llega al extremo de haber renunciado a una película que le interesaba mucho hacer, por la imposición del actor principal.
«Para mí, Mi tío de América es especialmente una película de ficción con aspectos documentales, pero de lo que podríamos denominar documentalismo lírico». Sobre sus cambios de una a otra película, el realizador contestó que Providence (1976) era una película en el mundo de lo fantástico, mientras que Mi tío de América es una historia sobre lo cotidiano. «En Providence había una cierta atmósfera anglosajona, y en Mi tío de América es típicamente francesa. Lo que sí puedo afirmar es que todos los realizadores sienten la tentación, después de haber realizado un filme, de cambiar radicalmente la dirección o el sentido del siguiente, y ese es también mi caso».
«Creo que el tema principal de Mi tío de América es el de que todos, antes o después, somos víctimas de una actitud de inhibición ante un problema concreto. Todos nos encontramos con problemas similares, aunque la capacidad de resolverlos es distinta. Lo que Laborit explica es un sistema interpretativo de comportamiento -teniendo siempre en cuenta que es una hipótesis de trabajo, y, por tanto, modificable- al que yo mismo he estado tentado de utilizar para explicar mi comportamiento, pero en la película, sus tesis son sólo una parte más de lo que allí se cuenta».
La última película de Resnais se estrena en España, después de presentarse en diversos festivales internacionales, como una obra de interés para los seguidores de la filmografía del realizador francés y por sus consecuencias para futuras aportaciones cinematográficas en materias relacionadas con aspectos científicos relacionados directamente con el hombre. En este sentido ha sido fundamental la aportación del biólogo Henri Laborit, científico que continúa cuestionando problemas relacionados con la ciencia. Laborit acaba de publicar en Francia un nuevo libro titulado Copérnico no cambió casi nada, entre el ensayo y la novela.
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