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Primeras iniciativas comunitarias sobre las importaciones de automóviles españoles

Soledad Gallego-Díaz

La crisis del sector automovilístico en toda Europa occidental amenaza con afectar seriamente las exportaciones de países terceros. Japón se comprometió ayer en Bruselas a disminuir voluntariamente sus ventas en la Comunidad Económica Europea y, salvando las enormes distancias que separan nuestra industria del automóvil de las del gigante nipón, la corriente proteccionista que propugnan los grandes colosos europeos amenaza también con alcanzarnos.

La primera iniciativa concreta contra las exportaciones españolas procede de Gran Bretaña, tal vez el país comunitario que sufre más espectacularmente las consecuencias de la regresión económica en el campo de los vehículos a motor. Tres parlamentarios británicos (conservadores) han lanzado ya los primeros dardos. Las señoras Foster y Moreland y sir Henry Plumb han interrogado a la Comisión Europea a propósito de la venta de coches españoles y del enfoque que se dará a este apartado en las negociaciones para la adhesión de nuestro país.Los tres diputados británicos, miembros del grupo de demócratas europeos en el Parlamento de Estrasburgo, se asombran del volumen de las exportaciones españolas en el Reino Unido y recuerdan que el propio presidente de la British Leyland, sir Michael Edwards, se ha quejado públicamente de las mismas.

Según los datos que esgrimen los conservadores británicos, España vendió en 1979 67.000 vehículos sólo en Gran Bretaña, mientras -dicen- los automóviles de la British Leyland «se ven virtualmente impedidos de acceder al mercado español».

Califican la situación actual de «verdadero escándalo comercial» y exigen que la Comisión Europea explique cuál es la posición de las autoridades aduaneras españolas y que amenace a Madrid con obstaculizar la venta de coches españoles en los nueve, si el Gobierno Suárez no suprime las barreras aduaneras contra los vehículos procedentes de la Europa comunitaria.

Hasta el momento, la Comisión Europea no ha dado en absoluto muestras de estar preocupada por las exportaciones españolas de vehículos a motor, pero sí por la progresiva penetración de las multinacionales japonesas y norteamericanas en nuestro país. Los expertos comunitarios resaltan siempre que tienen ocasión la espectacular llegada de capital extranjero a España en los últimos años y no ocultan sus recelos ante el acuerdo de Nissan y Motor Ibérica o los contactos de la SEAT con firmas niponas.

La Comisión Europea, por ejemplo, hubiera visto con buenos ojos un acuerdo entre la principal empesa española de automóviles y un consorcio francés porque teme, sobre todo, que mientras se retrasan las negociaciones para la adhesión de Madrid al Tratado de Roma, las multinacionales japonesas se sitúen en España como «cabeza de puente» cara al mercado europeo.

Los recelos comunitarios se justifican fundamentalmente por el gran éxito que los coches japoneses tienen en los mercados europeos. Sólo en los ocho primeros meses de este año, las ventas niponas en la Europa de los nueve se ha incrementado en un 19 %.

Por su parte, el viceministro de Asuntos Internacionales japonés, Nachiro Amaya, ha expuesto la actitud conciliadora de su Gobierno en este tema ante la Comisión Europea. Japón está dispuesto a moderar sus exportaciones a la CEE, en especial las de productos «sensibles», como los automóviles y los televisores.

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