El presidente Carazo pretende convertir a Costa Rica en la alternativa de Cuba
José Figueres, el hombre que inició en 1948 la modernización de Costa Rica, era un plantador autodidacta; el presidente Carazo es un universitario especializado en Economía; Figueres desató una guerra civil y su nombre está unido, desde antes, a los desembarcos y golpes de mano de la mítica Legión del Caribe; Carazo no debe su carrera política a las armas. Pero, sin duda, tiene como modelo (o como contramodelo) al legendario don Pepe: debe hacer lo contrario que Figueres, pero mejor. Hasta 1947 Carazo perteneció al partido Liberación Nacional, fundado por Figueres, y se fue sólo para fundar el propio, Renovación Nacional.Como Figueres, cree que un estadista costarricense no puede limitarse a los asuntos nacionales. El hecho insólito de administrar una democracia representativa en Centroamérica impondría la obligación de preocuparse por los procesos vecinos y hasta de proporcionar soluciones o ayudarlas. Esa vocación regional puede llegar hasta la intervención más o menos clara: para nadie es un secreto en Centroamérica que Costa Rica, con la anuencia del Pacto Andino y, quizá, de algún ayudante de Jimmy Carter, envió armas a la revolución nicaragüense (para adelantarse a la posibilidad de que los cubanos lo hicieran) y fue base y santuario de contingentes sandinistas de posición moderada en 1978. Este año, uno de sus ministros debió renunciar después que el capotaje en territorio costarricense de un avión panameño con armas para los rebeldes de El Salvador involucró a Carazo en la operación.
Alternativa a Cuba
En un aspecto, el internacionalismo del presidente ha tenido más suerte que el de Figueres. Ambos comparten el anticomunismo, pero Figueres debió contentarse hace 32 años con derrotar al modesto partido costarricense. Carazo tiene por delante a la Cuba marxista-leninista de Fidel Castró y, en cierto modo, a la propia Unión Soviética (a la cual acusa como factor de perturbación en el Caribe y Centroamérica) y además al inquietante socialismo de Nicaragua, que no acaba de definir su alcance. Lo que para Figueres fue una operación de policía es para Carazo una desmesurada tarea histórica: convertir a Costa Rica en alternativa al modelo cubano.
Pregunta. José Figueres, en 1948, decía que en su programa estaba reconstruir la unidad centroamericana. ¿Hoy es posible ese proyecto?
Respuesta. La unidad existe en lo geográfico, pero no en lo social ni en lo sociológico. Somos cinco países con diferencias fundamentales, que van desde la riqueza material indiscutible del suelo guatemalteco y su extensión hasta la aridez de zonas importantes dé Honduras; desde la altísima densidad poblacional de El Salvador, hasta la baja densidad de Nicaragua; desde la mayoría indígena de Guatemala, hasta la población de Costa Rica, casi en su totalidad de origen europeo.
P. La región muestra, además, hoy, diferentes tendencias políticas, incluso en sus dictaduras militares. Además de la democracia representativa en su país, aparece ahora un socialismo pluralista en Nicaragua. ¿Cómo ve el juego de esas tendencias en un futuro inmediato?
R . En Centroamérica todos somos víctimas de la lucha hegemónica internacional, al ser parte de un sector del mundo donde ha predominado la influencia de Estados Unidos. Lógicamente, en estos; momentos de posición expansionista de la Unión Soviética, ésta quiere penetrar en nuestros países. Y ese fenómeno cada país lo sufre en su estilo y condiciones. Frente a la alternativa Cuba o democracia, los nicaragüenses escogerán la democracia.
P. ¿Pero los nicaragüenses no se han pronunciado ya por el socialismo?
R. Eso de las etiquetas o adjetivos es cosa difícil de aplicar. Los países de Centroamérica afectados por este, llamémoslo, esfuerzo de superación de problemas, encuentran que su lucha local se ve interferida por la lucha internacional. En lo que esté a nuestro alcance, no permitiremos se convierta en potrero donde se combatan las grandes naciones. No estamos alineados ni siquiera con los no afineados, porque sabemos que muchos no alineados están bien alineados.
Fórmulas progresistas
P. ¿Cómo definir, entonces, a Costa Rica?
R. Costa Rica es una experiencia propia. Ubicados en el mundo capitalista, hemos encontrado fórmulas de protección del interés nacional, no socialistas, sino fundamentalmente de carácter progresista, cristiano, en las que la libertad es la base esencial del desarrollo. Tenemos nacionalizada la banca y también los seguros; hay un monopolio estatal de licores y un seguro social que cubre al 95% de la población. Somos un país de economía libre, regida por el interés común, con normas constitucionales que prohíben los monopolios, con legislación que garantiza la propiedad de los medios de difusión por costarricenses. Yo diría que hay un modelo costarricense.
P. ¿Sugiere que Cuba y Costa Rica son dos modelos para la región?
R. Sin temor a equivocarme, señalo a Cuba y Costa Rica como las dos grandes alternativas. Y estimo que la alternativa costarricense está más de acuerdo con el sentimiento de las gentes del área.
P. Según parece, tanto lo ocurrido en Nicaragua como los movimientos de liberación en El Salvador y Guatemala tienen objetivos de cambio estructural. Quizá llegue un momento en que un país como Costa Rica se vea rodeado de modelos distintos. ¿Qué pasará entonces en Centroamérica, cuando, según todo da a entender, haya otras realidades?
R. Pero no serán realidades marxista-leninistas. Mire a la Junta de El Salvador, que da un paso adelante en la distribución de la tierra, jamás soñado en ese país. ¿Y es un modelo marxista-leninista? No; es un modelo de propiedad privada que se acerca al costarricense, fundamentado aquí en la pequeña propiedad. En esencia, creo que vamos a una transformación social de Centroamérica y que ese cambio será profundo.
P. Sus referencias a Cuba, por lo apasionadas y constantes, dan la impresión de que a usted le preocupa profundamente el tema del comunismo cubano, y que toma el combatirlo como una especie de misión personal. ¿Es cierta esa impresión?
R. Mi actitud es de franca oposición a cualquier situación que afecte los derechos humanos.
P. ¿Cree posible, aparte de eso, la coexistencia en la región de regímenes politico-sociales distintos, que ingluyan a Cuba y Costa Rica?
R. Estoy seguro de que la coexistencia será posible, siempre que haya respeto.
P. ¿Considera que una próxima entrada de España en la Comunidad Económica Europea puede favorecer a Latinoamérica, en el sentido de que ese país asuma, como pronostican algunos, una gestoría del mundo hispanohablante?
R. Nuestra relación con España, en Latinoamérica, pasó de ser filial a ser fraternal. En. Costa Rica quetemos a España. Pero creemos que, en el campo internacional, cada nación debe jugar su papel separadamente.
P. ¿Cómo ve usted una futura política exterior de Estados Unidos hacia Centroamérica, en caso de que el republicano Ronald Reagan triunfara en las elecciones presidenciales de este año?
R. Le contestaré como contestan en mi pueblo: nunca paso el puente antes de llegar al río.
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