Discurso a los extremeños pacientes
Extremeños todos: permitidme, en esta hora en que la solidaridad nacional se ilumina en unos cuantos párrafos de la Constitución, que me dirija a vosotros para expresaros la comprensión del Gobierno hacia vuestros problemas, anhelos e inquietudes.Extremeños todos: quisiera, en esta hora incierta de la crisis, llamaros a capítulo para transmitiros la profunda esperanza que nos embarga.
Nada más lejos de nuestro ánimo que la proclamación de un triunfalismo artificial. Somos antirretóricos y sólo sabemos emplear el lenguaje de los hechos.
Extremeños todos: sois un pueblo ejemplar, discreto, paciente, generoso, disciplinado, austero, fiel, humilde. Tenéis sangre de conquistadores: ¿no recordáis aquello de que los dioses nacían en Extremadura?
Tenéis, sin embargo, razones para sentir una cierta frustración. El régimen anterior no fue muy generoso con vosotros, a pesar de que le pagasteis con un entusiasmo emocionante. Nada os dio, bien es cierto. Ningún altísimo preboste del sistema había nacido en vuestra tierra y eso os perjudicó. No hubo inversiones en la región, sino más bien todo lo contrario. Os esquilmaron, y vosotros, con un espíritu cristiano digno de mejor causa, ofrecisteis la otra mejilla y una nueva dosis de adhesión. Es verdad que os abrieron las puertas de la emigración, lo cual alivió un tanto el hambre acumulada. No digo que eso sea motivo de agradecimiento, pero siempre es un detalle.
Extremeños todos: nuevos tiempos benéficos os amparan. Nosotros os tenemos bien presente, ya hemos comenzado a dar pruebas de ello. A pesar de la opinión maximalista de ecologistas y otros marginales, os impusimos la central nuclear de Valdecaballeros, una planta. de celulosa y el trasvase Tajo-Segura. Puede que en vuestra simplicidad admirable no seáis aún capaces de apreciar las consecuencias de tales medidas. Tampoco tenéis ahora ningún altísimo preboste en nuestro núcleo de poder, pero no os preocupéis: ya no son necesarios esos valimientos. Los tiempos han cambiado.
Deberíamos reconocer, desde una perspectiva extrema e intransigente, que Extremadura sigue siendo, en buena medida, una gran finca de caza. Nos llegan noticias de que en vuestra tierra se registra el mayor índice de paro de toda España y de que en ciertos momentos se detecta el hambre como en los buenos tiempos.
Quisiera rebajar, a través de este escrito, el grado de tan pesimista óptica. No debéis olvidar que os hemos concedido una Junta preautonómica encargada de velar por vuestros intereses. Por eso, en las diferentes elecciones generales, nos habéis abrumado con vuestros votos.
Extremeños todos: esto es una invocación a la esperanza desde lo más hondo de nuestras convicciones. Seria demagógico no reconocer vuestras dificultades, pero también sería injusto que no apreciarais nuestra buena voluntad. ¿Sabéis por qué se ha abierto el portón de la esperanza? ¿No habéis oído hablar del púa? Esta palabra taumatúrgica significa Plan de Urgencia para Andalucía. ¿Comprendéis ahora el sentido de mi discurso? ¡El púa, nada menos!
De acuerdo; me diréis que el púa no es el púe (Plan de Urgencia para Extremadura), pero comprendednos. Por el momento, el púa debe serviros de consuelo, es como un estandarte alzado al viento sobre el que debéis tener fija vuestra mirada. Dad media vuelta a vuestras ocupaciones de parados y contemplad el amanecer de Andalucía.
Vosotros aún andáis inmersos en los luceros de la noche, pero ya amanecerá. La paciencia siempre fue una de vuestras mejores cualidades. Después de tres años de guerra, veinticinco de posguerra, once de resurgimiento, dos de transición y tres de democracia, nada habéis recibido, todo lo habéis dado. No conviene simplificar hasta esos extremos. El hecho es que aún seguís concediéndonos vuestra confianza siempre renovada. Mayor es vuestro mérito y nuestra deuda. A pesar de los pesares, los extremeños no planteáis problemas de orden público, carecéis de influencia política en las Cortes, mantenéis vuestro ínfimo nivel económico y cultural con una dignidad que se asienta, sin duda, en la ancestral sabiduría del pueblo.
Extremeños todos: básteos saber por el momento que hemos inaugurado el púa con todas sus consecuencias. Os pedimos otro margen de confianza. Bien comprenderéis que las cosas no se pueden hacer todas al mismo tiempo, nuestros recursos son limitados y hemos de acudir preferentemente allí donde más calienta el sol. Pero todo es cuestión de tiempo. Aquellos que más valores espirituales hayan acumulado serán los mejor servidos cuando llegue la hora.
Extremeños todos: insisto en la esperanza, madre de la paciencia y de la fe. El púa es el paradigma. Yo os aseguro que la solidaridad entre las nacionalidades y regiones que conforman el Estado español no es una expresión vacía. La Constitución la avala.
(Finalmente, si tenéis algo que decir, planteándoselo a la Junta preautonómica de Extremadura, y ella os atenderá exquisitamente. Y ahora, perdonadnos, estamos muy ocupados con el púa).
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