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Socialistas y nacionalistas vascos podrían llegar a un acuerdo sobre el contencioso de Navarra

La institucionalización de un órgano de encuentro vasco-navarro podría brindar una fórmula de acuerdo aceptada por PSOE, UCD, PNV y UPN, según los sondeos efectuados entre esas fuerzas políticas durante la pasada semana en Pamplona.

Navarra actualizada como comunidad autónoma por sí misma o integrada a la constituida por Alava, Guipúzcoa y Vizcaya con el nombre de Euskadi: esa es la cuestión. Ahora parece aflorar una vía capaz de drenar de tensiones el viejo reino. La solución debe intentarse, según los observadores políticos, dentro de las líneas prioritarias definidas por el Gobierno en el campo de las autonomías con ocasión de solicitar la moción de confianza.Todos los interlocutores pamploneses que conversaron con EL PAIS coincidieron, por razones diversas y aun opuestas, en la conveniencia de no llevar a cabo ahora el referéndum sobre la incorporación a Euskadi, cuyo proceso de ejecución sólo puede desencadenar el Parlamento Foral.

Las estimaciones numéricas difieren en el grado, pero aseguran en todo caso que el resultado de la consulta sería adverso a la integración. Para algunos socialistas con responsabilidad pública en el partido y en la provincia, la proporción favorable no pasaría del 20%. Para los hombres del PNV, el voto negativo apenas superaría las papeletas del sí,

Terrorismo y política

A los peneuvistas parecen preocuparles las tensiones que la campaña para las urnas generaría en el seno de la población navarra, sometida desde hace meses a la violencia etarra y a la presión activista de Herri Batasuna, que ha logrado una excelente organización.Además se ha registrado una variación significativa del clima que rodeaba la causa navarra. Hace tan sólo unos meses, para las fuerzas genéricamente progresistas en toda España la incorporación a Euskadi era una bandera indiscutible, y el navarrismo se contemplaba como la suma de todos los caciquismos y reaccionarismos más detestables. Ahora se han invertido los términos y las simpatías públicas. Las presiones integracionistas aparecen como resultado de un imperialismo de vía estrecha, como los ferrocarriles del Norte, mientras que en la autonomía navarra se aprecian factores de estimable valor para la izquierda.

Giro total de la postura socialista

En todo ello ha jugado un papel de primer orden la nueva posición del partido socialista (PSOE) en Navarra. Sus actuales responsables recibieron hace tres años a los históricos que regresaban del exilio compartido con los nacionalistas del PNV. Así se impuso la perspectiva de la integración de Navarra en el País Vasco, prefigurada en las propias estructuras internas del PSOE, donde, bajo las siglas de PSE (Partido Socialista de Euskadi), se incrustó, junto con las Vascongadas, Navarra.Hoy, los socialistas hablan en Pamplona del amejoramiento del fuero como el camino para configurar la autonomía navarra con arreglo a sus peculiaridades históricas, respetadas en la Constitución. Al dar cuenta del cambio que ello supone en sus posiciones públicas, explican que ha sido inducido por el propio clima de opinión de la ciudadanía. Desoír ese clamor sería un suicidio electoral. De Euskadi sólo se ve llegar el terrorismo y la penuria. Para el navarro de a pie al que se dirige el PSOE no hay bajo el horizonte de Euskadi un horizonte atractivo. Pasar a ser gobernados desde Vitoria o desde Pamplona, pero otorgando voz y voto a alaveses, guipuzcoanos y vizcaínos sobre los asuntos navarros, no es una frontera ilusionante.

Desde el otro lado de la raya se comprende, dicen los socialistas, que haya intereses de todo orden muy fuertes para insistir en la integración, que, entre otras cosas, supondría duplicar la superficie de la actual comunidad de Euskadi y multiplicar por quince los kilómetros de frontera con Francia.

En el partido comunista no han tenido reflejo los cambios socialistas. Sus cortísimos resultados electorales les han aconsejado seguir apostando a una Euskadi con Navarra incorporada, en la esperanza de lograr para su secretario general, Roberto Lertxundi, el acta de diputado cuando lleguen las próximas elecciones generales.

Para Txiki Benegas, secretario general del PSE-PSOE, la evolución navarrista de sus compañeros de Pamplona supone una fuerte dificultad adicional a la expansión socialista en el País Vasco y añade un coste electoral de magnitud desconocida.

Falta de medios de la izquierda

Mientras tanto, en Pamplona ha tomado carta de naturaleza la violencia etarra y el activismo batasunero. La ETA de los apellidos vascos ha pasado a la historia como las órdenes militares. La recluta ya no se hace en los seminarios, noviciados religiosos y colegios privados para las clases acomodadas. Se ha producido un proceso de proletarización con representación significativa del componente inmigrado. La cerrada actitud de la oligarquía que ostenta la propiedad de los medios de comunicación tanto en el País Vasco como en Navarra ha dejado sin voz y sin expresión pública los problemas sindicales y sociales. Para desesperación de los socialistas, sucede que un buen militante de UGT no tiene más remedio que apuntarse a la lectura de Egin, órgano del abertzalismo que sintoniza con ETA.La pura descripción de las fuerzas en presencia no sirve en Navarra para comprender la situación, porque la incomunicación en que operan modifica los resultados que cabría esperar racionalmente, señalaba recientemente un destacado universitario.

Principio de coincidencia

Existe, sin embargo, un principio de coincidencia para idear un órgano de encuentro vasconavarro, que unos querrían denominar federación y otros dieta. Ese lugar de concertación sólo sería viable, si se atiende a los socialistas, sobre la base de un escrupuloso respeto a la plena autonomía navarra. A su vez, para los nacionalistas la clave de cualquier solución reside en que no quede cerrada la puerta a una ulterior decisión integracionista en Euskadi. Ya se sabe, comentaba un conocido periodista vasco, que los del PNV no quieren cerrarse ninguna puerta, ni la reunificación con Euskadi norte, ni la independencia, ni la negociación con ETA, ni la entrada en el reino de los cielos.La actitud del Gobierno y la del partido centrista, que ha pasado una crisis prolongada, se aguarda con expectación, pero desde el recelo de los sectores, que reprochan a Suárez haber jugado en sus negociaciones con Garikoetxea teniendo en la manga la carta navarra.

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