La España de Quevedo en "La Saturna" de Domingo Miras
La Compañía Española de Teatro Clásico estrena hoy, en el Centro Cultural de la Villa de Madrid, la obra La Saturna, del dramaturgo Domingo Miras, escrita a partir de una frase del primer capítulo de Historia de la vida del Buscón llamado Don Pablos, de Francisco de Quevedo (1580-1645), del que se cumple este año el cuarto centenario de su nacimiento. Con dirección escénica de Manuel Canseco, en el amplio reparto figuran Julia Trujillo, Francisco Piquer, Francisco Merino, Teófilo Calle, Miguel Palenzuela, Trini Alonso y Alfonso del Real. La sesión para la crítica será el próximo miércoles.
Domingo Miras nació en Campo de Criptana (Ciudad Real) en 1934. La Saturna, obra escrita en 1973 y publicada al año siguiente en la revista de teatro Pipirijaina, significa para el autor el comienzo de su producción teatral, donde figuran De san Pascual a san Gil (1974), montada la temporada pasada por el grupo El Búho; La venta del ahorcado (1975), representada por el Teatro Universitario de Murcia, y Las brujas de Barahona (1978), Premio Lebrel Blanco de 1979. Tiene además el accésit del Lope de Vega 1973, con Fedra, y el Lope de Vega de 1975, con De san Pascual a san Gil. Como adaptador ha escrito un espectáculo de entremeses titulado Por orden del señor alcalde, una versión dramática para niños de El diablo cojuelo, de Vélez de Guevara; El arrogante español, una versión de El caballero de milagro, de Lope de Vega, y una adaptación de Ayax, de Sófocles.Miras es un dramaturgo que participa de las dos últimas generaciones de autores, la realista y la simbólica o el «nuevo teatro español», aunque señala la aproximación entre ambas y el progresivo enriquecimiento de sus posturas estéticas.
La Saturna se sitúa en la España de Quevedo, en los últimos años del siglo XVI, con una escena inicial de diálogos entre Quevedo y su personaje Don Pablos. El arranque de la obra es una frase del Buscón: «Murió el angélico de unos azotes que le dieron en la cárcel». La Saturna, madre del Buscón, protagoniza una serie de aventuras en un viaje que realiza de Segovia a Madrid en busca de la liberación de su marido y su hijo, «un viaje fisico que representa un poco un viaje mental».
«En La Saturna me interesaba destacar», declaró ayer Domingo Miras, «algunos elementos representativos de la España gloriosa de los años 1580-1588, en su apogeo total, que no tenía ni la menor sombra de conflictos negativos. A través de personajes como el caballero, el capitán de los Tercios de Flandes, se desmitifican los mitos nacionales para mostrar una visión pesimista y lóbrega. Es algo que procede de nuestra novela picaresca, que pone de relieve la otra cara de las glorias nacionales».
La libertad perdida
Otros aspectos de la obra son la toma de conciencia de clase social por parte de la protagonista a lo largo de los acontecimientos de su viaje y el tratamiento del lenguaje de los siglos XVI y XVII, con una función de disfraz en los actores y de ambiente en la acción. «En mi teatro hay una preocupación por España como tema sustancial, y eso se ve claro tanto en La Saturna como en De san Pascual a san Gil, y la referencia a España en otras obras está de una manera oblicua. En las dos obras citadas tienen como rasgo común y profundo la lucha por la libertad, que se pierde cuando parece que se ha ganado. En el fondo de mi teatro está este tema de la libertad a punto de ser alcanzada y definitivamente perdida».Manuel Canseco, director escénico de La Saturna, señala la complejidad de la obra y su montaje, el carácter épico-dramático y el mundo de los personajes, «rico de intencionalidad, amor, ironía y dolor, con ese fondo agridulce que siempre tienen los mayores dramas de nuestro país».
Babelia
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