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La soledad de Jomeini

Midiendo cada día más su inferioridad militar, Irán, por la voz de su presidente, Banisadr, cuenta de ahora en adelante para obtener la victoria con la fe islárnica y la moral de la nación. ( ... )Esta relativa soledad se explica fácilmente. Si la megalomanía militar del sha inquietaba a vecinos y rivales, la República clerical que le ha sucedido tampoco los ha tranquilizado. El tono virulento del presidente Sadat, que pone sus esperanzas en un golpe militar y que proclama «cualquier cosa antes que Jomeini», corta por lo sano. También muchos Estados árabes, comenzando naturalmente por las monarquías o emiratos del golfo Pérsico, no ocultan su satisfacción al ver cómo se detiene el islamismo militante y didáctico de Teherán. ( ... ).

Las repercusiones de las múltiples crisis que desgarran el mundo árabe juegan en detrimento de Teherán. Una excepción notable es Argelia, que, por razones ideológicas y por el apoyo iraquí a Marruecos en el asunto del Sahara, está, sin haberlo proclamado oficialmente, al lado del régimen iraní, cuyos intereses representa diplomáticamente en Washington. El caso de Libia es más complejo, porque el coronel Gadafi, por las mismas razones, estaría al lado de Teherán; pero como el régimen iraní le reprochó el papel que desempeñó en la desaparición en Trípoli del imán Mussa Sadr, ha debido abstenerse de pronunciarse. ( ... )

De todo este embrollo surge una evidencia: Irán, que no tiene aliados en Occidente, no puede contar con el apoyo de la Unión Soviética y se encuentra en esta dura prueba en un aislamiento diplomático casi total.( ... )

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26 de septiembre

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