Entrevista sobre Quevedo
Probablemente una omisión involuntaria me hace afirmar en la entrevista publicada el 17 de septiembre por EL PAIS que Quevedo, «como virrey, actuó con enorme honradez». Es bien sabido que él no fue virrey, sino hombre de confianza del virrey Osuna. A la necesidad de sintetizar una conversación que duró cerca de una hora se debe quizá la escueta afirmación de que el gran escritor «despreciaba» a Lope. No es rigurosamente exacto: eran amigos. Pero Quevedo sentía una superioridad culta y aristocrática -en el fondo, tal vez despectiva- por el Fénix, tan llano y popular. Una última precisión: al hablar de las impresiones solventes de las obras quevedescas, mi edición de El Buscón no antecedía en mi intención a las de otras obras preparadas por eminentes filólogos. A la cabeza de los grandes quevedistas hay que situar a mi maestro José Manuel Blecua, editor de las poesías de don Francisco, para quien en otro lugar he solicitado el reconocimiento público que nuestra cultura le debe. Pero de esto último no hablé en la entrevista; celebro la oportunidad de poder hacerlo ahora./
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