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Italia da vía libre al acuerdo entre Nissan y Alfa-Romeo

Juan Arias

Los japoneses vendrán a Italia. El acuerdo entre la casa automovilística de Estado Alfa-Romeo y la japonesa Nissan ha sido aprobado por el Gobierno italiano. La noticia la dio oficialmente ayer mañana, el presidente del Consejo, Francesco Cossiga, después de veinticuatro horas de negociaciones frenéticas con las fuerzas políticas y los ministros de su Gabinete, que estaban completamente divididos.

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La noticia era tan inesperada que el primer diario del país había salido horas antes a la calle con este título en primera página: «Nada de hecho en las negociaciones Alfa-Nissan. Cossiga aún no se ha pronunciado».En la jornada del viernes había tenido lugar ante el palacio de la Presidencia una manifestación de obreros de Alfa, llegados del norte y del sur de Italia, para pedir al Gobierno que «diese inmediatamente una respuesta positiva o negativa». Y es que se temía que las fuerzas políticas deseasen alargar el veredicto para no comprometer las ya duras negociaciones entre Fiat y sindicatos con la mediación del ministro de Trabajo, Foschi. Se había incluso insinuado que el Gobierno deseaba bloquear el acuerdo con los japoneses para pedirle a cambio a Agnelli que renunciara a los 14.000 despidos anunciados. De hecho, esta negociación tan larga y compleja con los japoneses, que ha dividido al Gobierno hasta el último momento, se ha debido, sobre todo, a la lucha a muerte entre la familia Agnelli, que veía la entrada de los japoneses «como el diablo en persona», y el joven ministro socialista De Micheles, que había anunciado que pasarían por su cadáver antes de renunciar al acuerdo.

Al dar la noticia oficial del acuerdo, el presidente del Gobierno, en cuyas manos los ministros en litigio habían dejado la cuestión ha subrayado que el acuerdo se hará bajo condiciones muy concretas, que han sido el fruto del compromiso entre las dos partes del Gobierno en desacuerdo.

Fundamentalmente serán tres: que se respete rigurosamente el acuerdo sin permitir a los japoneses un paso más de lo previsto; que este acuerdo responda al plan general de reestructuración del automóvil en Italia y que respete la política de la Comunidad Europea la cual, a su vez, había indicado que la decisión debía tomarla Italia.

Al parecer, las líneas generales del acuerdo en plan productivo son las siguientes: Alfa y Nissan crearán una fábrica cerca de Nápoles, en Pomigliano d'Arco, con un capital de 3.000 millones de pesetas, al 50% cada una. Se construirán 60.000 coches al año con motor Alfa y carrocería Japonesa, los motores serán de 1.100 y 1.300 centímetros cúbicos de cilindrada. La nueva fábrica dará tra bajo, por el momento, a 1.500 trabajadores.

De este modo se ha concluido el largo calvario entre Alfa y Nissan, y por fin la prestigiosa firma Italiana, de la que Ford decía: «Me quito el sombrero cada vez que a mi lado pasa un Alfa-Romeo», podrá lanzarse a. un trabajo de reestructuración de la empresa, ya que había condicionado siempre esta posibilidad al acuerdo con la casa japonesa.

Las consecuencias

Ahora la pregunta es cuáles podrán ser las consecuencias de esta decisión del Gobierno, calificada de política por todos los observadores, sobre las negociaciones en marcha entre Fiat, sindicatos y obreros. Al momento de despachar esta crónica no había aún comentarios. Se sabe sólo que las negociaciones no van bien. Durante la noche tenían que haberse encontrado de nuevo ante la misma mesa Fiat y sindicatos, ante la presencia del ministro Foschi, para estudiar los dos documentos separados preparados por Fiat y los sindicatos metalúrgicos.Pero la reunión no tuvo lugar porque las posiciones, al parecer, seguían muy distantes. Se hablaba de un tercer documento de mediación presentado por el hábil ministro deTrabajo, el cual había anunciado, sin embargo: «Si Fiat despide un sólo obrero, presentaré la dimisión como ministro».

Por su parte, Gianni Agnelli, en una entrevista que será publicada el lunes en el semanal L'Espresso, insiste en que la única solución es la «movilidad externa», afirmando que Turín puede, en otras industrias fuera de Fiat, recoger a los obreros que él piensa despedir.

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