Una decisión oportuna
En el contexto del actual precio político del transporte público, es plausible la decisión del equipo de gobierno municipal de izquierdas de absorber la totalidad de las líneas privadas conocidas como periféricas. Si el precio que paga el usuario por un billete de autobús (muy por debajo de la media europea) es insuficiente para mantener la calidad del servicio, no existen razones poderosas para forzar al empresario privado a ofrecer esa calidad.Sí existen en cambio razones objetivas más que suficientes para exigir de una empresa pública (en este caso el ayuntamiento) la calidad que ese servicio requiere. Porque el ayuntamiento no es o no debe ser el empresario privado que aspira y entra dentro de la lógica empresarial- a repartir dividendos. Los empresarios privados que han ofertado los veintiún itinerarios que ha absorbido el ayuntamiento no se han ganado el título de benefactores de la ciudad porque han ganado dinero, y han terminado por ofrecer un servicio malo. Posiblemente porque entendían -en los últimos tiempos- que era posible que no se concedieran nuevas prórrogas.
La decisión municipal (con la oposición de UCD) abre una nueva brecha en la guerra entre la empresa pública y la,empresa privada, que, en el caso de Madrid, se ha decantado, por la política de hechos consumados, a favor de la primera. Sin caer en tentaciones salomónicas, parece posible la coexistencia entre amhos tinos de emnresa v_ de hecho.en ciudades como Sáo Paulo se ha llegado a una sectorización de la ciudad y cada trazo es regido por una empresa, bien pública, bien privada.
En Madrid no parece posible ese sistema, por lo ya referido del escaso margen que permiten los bajos precios. No se conoce un caso de un empresario privado que haya renunciado a los dividendos para mejorar el pobre servicio de las extinguidas periféricas. Pero al ayuntamiento sí se le puede exigir, y se le debe exigir, una calidad homologable a la de otras ciudades europeas. Tan sólo es necesaria una buena administración del dinero de los contribuyentes. Quizá el único problema esté en que la EMT lleva arrastrando un déficit adicional de más de 16.000 millones de pesetas, lo cual también es solucionable a medio o largo plazo. Quienes vean en la decisión municipal de absorber todo el transporte de superficie un ánimo de revancha o de arrinconamiento de la empresa privada, están en su derecho de hacerlo. En cualquier caso, los próximos ejercicios juzgarán si la decisión fue buena o mala. El tema del transporte público es un tema político y, como tal, desde posiciones ideológicas distintas existen proyectos distintos. La coalición PSOE-PCE (hay quien dice, maliciosamente, que es obra de los comunistas) ha optado por su proyecto y es, a nuestro juicio, no sólo tan respetable como otro cualquiera, sino que puede estar orientado a poner las primeras piedras en la solución del tema del transporte urbano madrileño.
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