Ruptura definitiva en la Junta de Gobierno de El Salvador
La Junta salvadoreña parece definitivamente rota, tras la conferencia de Prensa ofrecida por el coronel Adolfo Majano en el cuartel de El Zapote, para anunciar públicamente que la orden del día del 1 de septiembre, por la que se removía de sus puestos a un elevado número de oficiales jóvenes, era «injusta e ilegal» porque no había sido discutida y aprobada por todo el Gobierno en pleno. El coronel Majano añadió que la gran mayoría de los oficiales salvadoreños compartía estas tesis y que varios cuarteles están dispuestos a defenderlas. Aunque no se especificó el número, diversas fuentes manifestaron que diez de los catorce cuarteles apoyan las tesis reformistas de Majano.
El otro sector del Ejército, encabezado por el coronel Jaime Abdul Gutiérrez, que también forma parte de la Junta y que apoyó la orden que originó la crisis, guarda silencio y, en cualquier caso, trata de minimizar el problema, intento este en el que ha participado también el ministro democristiano Napoleón Duarte.El coronel Majano midió una a una las palabras que pronunció ante los periodistas, pero no ocultó que «la crisis se va agravando hora a hora mientras no se tomen soluciones justas y realistas». Dijo también que era partidario decidido de la unidad militar, aunque no estaba dispuesto a permitir que se cometieran injusticias por razones ajenas al servicio castrense. Con estas palabras se refería, sin duda, al posible origen político y no profesional de los cambios decretados en la escala militar. Entre los destituidos se encuentran dos oficiales que participaron en el golpe de Estado que llevó al poder a la actual Junta.
«Todos los que estamos involucrados directamente en esta crisis», añadió Majano, «debemos estar dispuestos a apartarnos voluntariamente en aras de la unidad militar y el buen funcionamiento del Gobierno». No obstante, el sector democristiano del Gobierno habría intentado una solución por el camino de que Majano aceptase la controvertida orden bajo la promesa formal de que se le consultaría en adelante. Majano no ha aceptado la propuesta y sus oficiales insisten en que se anule el decreto y se convoque una nueva asamblea de las fuerzas armadas, al estilo de la que en mayo eligió a Jaime Abdul Gutiérrez, comandante en jefe del Ejército. Estos oficiales señalan que aquella votación resultó viciada -trescientos votos para Gutiérrez, frente a 129 para Majano- porque más de doscientos militares jóvenes, presuntamente partidarios del segundo, fueron excluidos de la asamblea.
Frente a las tesis oficiales de que no hay lucha por el poder, ni diferencias insalvables, ni peligro de golpe de Estado, Majano declaró que las consecuencias de la crisis pueden ser imprevisibles y que todos los acuartelamientos del país están en estado de alerta. Un grupo de oficiales mantiene ocupada, entre tanto, una emisora de radio desde la que transmite sus exigencias y su apoyo a las tesis reformistas de Majano. En caso de una movilización militar, se asegura en San Salvador que el cuartel de El Zapote, ocupado por los oficiales jóvenes, resulta decisivo, ya que se trata del mejor centro de transmisiones del país y permitiría movilizar rápidamente a las fuerzas afines y conocer al momento cualquier acción del sector rival.
Mientras tanto, desde diversos puntos de Centroamérica llegan testimonios de la creciente represión ejercida en El Salvador y del éxodo masivo que estas acciones están produciendo. Jorge Pinto, miembro de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU y director del diario salvadoreño El Independiente, declaró ayer en México que más de 6.000 personas han muerto en el último año, víctimas de la represión, y que la suerte de su país está echada. «Puede suceder hoy o mañana», dijo, «pero no falta mucho para que el pueblo salvadoreño, que ha sido sojuzgado por la bota militar desde hace 47 años, respire el aire de la libertad».
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