Varios grupos nacionalistas compiten por el poder futuro
Junto a la SWAPO, radicada en Angola y Zambia, otros grupos compiten dentro de Namibia por el poder futuro. El Namibian National Front (NNF), que preside el doctor Justus Garoeb, jefe de los damaras, incluye al South West Africa National Union (SWANU), fuerte entre los hereros; al Partido Progresista de Namibia (PNN), de los namas, y al Partido Nacional por la Independencia (PNI), cuya base es esencialmente mestiza. La SWAPO-Democrats fue creado por Andreas Shipanga, uno de los miembros fundadores desde 1956 de la SWAPO, y ex prisionero de Sam Nujoma, aspira también a abrirse paso entre los ovambos, en clara competencia con el presidente Nujoma.
Tanto el NNF como la SWAPO-D boicotearon las elecciones, para ellos folklóricas, organizadas por Suráfrica en 1978. «La gente votó», dice a EL PAIS el portavoz del NNF, Z. Ngauvirue, «porque era una oportunidad de votar contra el apartheid.
La SWAPO-D y NNF no reconocen el Consejo de Ministros que preside Dirk Mudge. «Este no podrá llevar a Namibia hacia la independencia, porque no es representativo», añade Ngauvirue. «Por otra parte, la legislación blanca subsiste en su totalidad. El Consejo de Ministros ha recibido ahora ciertos poderes ejecutivos, pero quienes lo integran son los protegidos de Suráfrica. Los negros que forman parte de él son simples fantoches, que ni siquiera representan a sus respectivos grupos tribales».
Para Ngauvirue, la SWAPO de Sam Nujoma se reserva el derecho a recurrir a las armas, porque no está seguro de ganar unas elecciones libres. «Si aquí hubiese un Gobierno surgido de unas elecciones legales, controladas por la ONU, ese Gobierno podría, sin embargo, llegar a un acuerdo con la SWAPO, y esa es la razón por la cual Suráfrica no quiere ninguna consulta electoral verdaderamente libre».
Pretoria quiere ponerle una sordina al nacionalismo, mejorando las condiciones de vida del negro y eliminando el apartheid, como ya ha hecho, al menos, en la legislación. Sin embargo, para Ngauvirue, «eso es enfocar mal las cosas. El pueblo de Namibia no quiere la independencia porque tenga hambre y sus hijos no vayan a la escuela. El nacionalismo es algo diferente. Alguien ocupa nuestro país, y aunque nos dé pan, queremos expulsarle». «Nuestros problemas del futuro independiente serán probablemente similares a los de Zimbabue. El drama de Mugabe es que tiene que hacer frente a las enormes expectativas de la población negra y que la economía del país no puede, de repente, darles trabajo a todos ni asumir los sustanciales aumentos de salarios que piden. A la independencia de Namibia podremos confrontar la misma crisis de expectativas, y para un Gobierno negro será mucho más difícil justificar las desigualdades de salarios y niveles de condiciones de vida».
Como todas las potencias coloniales de la historia, Suráfrica enfoca el futuro de Namibia en términos militares. Los surafricanos gustan de comparar su caso con el de Israel, que se mantiene a pesar de la guerra armada que libran contra ella desde hace más de viente años los palestinos. Y, sin embargo, los Israelíes lograron ser una mayoría dentro del Estado de Israel, lo cual no es el caso de Suráfrica.
Andreas Shipanga, de la SWAPO-D, afirma que lo que hay que hacer es acabar precisamente con la guerra; encontrar una solución pacífica, que, según él, sólo puede lograrse con la cooperación internacional.
«La SWAPO-D», explica, «con 50.000 militantes, se nutre principalmente de profesores, empleados de la Administración y comerciantes». Para él, nada esencial ha cambiado hasta ahora. «Los blancos siguen con la facultad de tomar decisiones, que en un instante pueden afectar toda ¡a vida de los negros».
«Aquí tenemos que llegar a una solución democrática, con líderes democráticamente elegidos», dice Shipanga. «Sin embargo, hoy todo lo que existe es un pulso por arriba entre Dirk Mugde y Sam Nujoma o, lo que es decir, entre Suráfrica y Angola. La SWAPO-D pide elecciones democráticas, de acuerdo con la resolución 435 del Consejo de Seguridad. Sin embargo, ni a Sam Nujoma ni a Dirk Mugele les preocupa ser elegidos democráticamente. Ellos sólo están interesados en ganar como sea. Si Sam Nujoma llega al poder algún día por la violencia, la existencia física de todos nosotros estaría en peligro».
Para Andreas Shipanga, cualquier cooperación entre Suráfrica y Angola es difícil mientras Suráfrica sea lo que es. Los surafricanos blancos predican contra el comunismo, pero la idea que ellos tienen del comunismo no es la que tiene el resto del mundo. Se da la circunstancia, agrega el jefe de la SWAPO-D, que los negros de Suráfrica comienzan a decirse: «Si los blancos hablan tan mal y tienen tanto miedo al comunismo, este debe ser bueno. En la SWAPO-D estamos contra el marxismo, pero queremos vencerlo en las urnas».
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