Había
(hay) muchas formas de boicotear los clausurados Juegos Olímpicos de Moscú. Una de ellas consistía, sencillamente, en adherirse al llamamiento proelectoralista de un industrial de cacahuetes, y otra en seguir precisamente el ejemplo que, como España, han seguido por otras naciones: ir, pero quedarse, estar y no estar; o sea, eso de desfilar con la bandera y el himno olímpico, tratar de quedar bien con unos y otros. Todo esto me huele a cierta conferencia que se celebrará en Madrid hacia el mes de noviembre.Pero no bastaba con esto. Había que hundir y desprestigiar la Olimpiada a toda costa, y RTVE (experta en estas lides) lo ha conseguido. Empezó la cosa al no retransmitir en directo (como no sucedió en anteriores Juegos) la ceremonia de la inauguración: siguiendo con unos comentarios e imágenes raquíticos, insulsos, faltos de interés y totalmente parciales y, subjetivos, acabando por no retransmitir tampoco la clausura. Recordándonos a cada triunfo de los deportistas soviéticos que los americanos no estaban presentes y que la URSS había invadido Afganistán.
Por otra parte, la mayoría de las modalidades olímpicas no han sido emitidas por RTVE, quedándonos con las ganas y teniendo que esperar cuatro años más para poder contemplar auténtico deporte. Además, es curioso ver cómo algunos de los comentaristas enviados por RTVE a Moscú se dedicaban más a criticar el sistema soviético que a su cometido deportivo; también es verdad que alguno debía ser canonizado, pero, al parecer, ya tenemos un san Miguel en los altares.
Hay que recordar a los boicoteadores que una olimpiada debería estar por encima de ciertos intereses, algo por lo que los deportistas luchan y ponen todas sus aspiraciones y sueños en una preparación durante cuatro años, teniendo como objetivo el magno acontecimiento. /
Puertollano. Ciudad Real.