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Ramoncín: "Los que más me gustan no son exactamente novelistas"

Está terminando "Cheli", unas memorias noveladas

Ramoncín es algo más que una marca cheli. Y también es algo más que un cantante de rock. Termina ahora su primera novela, y hay un libro de poemas en marcha, que sería el segundo de los suyos. Cheli -que es precisamente el título del libro que está escribiendo Ramoncín y el nombre de su personaje- es, según el autor, «Una historia de la calle, algo que no sabría definir como novela, sino más bien como unas memorias, una autobiografía novelada». «Además», dice, «no soy capaz de decir qué es una novela, ni si mi libro lo es; hay muy pocos novelistas y da la casualidad de que los tíos que más me gustan no son exactamente novelistas».

Veinticuatro años extraordinariamente jóvenes y flacos, una expresividad huesuda, y un lenguaje que se separa del tópico callejero por la sintaxis funcional y compleja. Dentro de esta sintaxis es donde aparecen como rasgos expresivos sorprendentemente bien ajustados, esas palabras que teóricamente caracterizan a Ramoncín y a la lengua del barrio. Mientras se realiza esta entrevista, Andrea, la hija pequeña, gatea por el salón apenas amueblado, cómodo, donde el equipo musical y un piano blanco, esmaltado y bello, dan la nota casi exquisita. «El mayor porqué de este libro es que siento que alguna vez se me va a olvidar todo lo que ha pasado. Y quiero tenerlo... Yo soy una persona con una excelente memoria. Mis amigos me preguntan qué hicimos tal día... Escribo para recordarlo todo, para que no se pierda, y el primero que está disfrutando con este libro soy yo. Si luego la gente se lo pasa bien también, pues...».«Sí», dice, «me lo paso muy bien mitificando un poco aquella época. A lo mejor es que tengo algo de temor al paso del tiempo, a que se borren las huellas de lo que he vivido, de la segregación racial, y de barrio, y política y de todo. Porque era segregación racial lo que se hacía con los hijos naturales. Y yo he ido de hijo natural toda mi vida. Se lo tengo que explicar a mis hijas, y esta es ahora la mejor manera».

Ramoncín dice que Cheli, su protagonista, es él. «Soy yo, es mi época, mi barrio y mi medio social. El libro se abre con lo que ocurrió tres horas antes de que yo naciera, una historia que sé de tanto oírla. Nadie sabía que mi madre estaba embarazada, más que su hermana. Tres horas antes despertaron a mi abuelo y se lo dijeron. Y esto, en el año 1955, para un hombre de casi setenta años, era fuerte». El segundo capítulo da, dice Ramoncín, un salto brusco en el tiempo. Se planta en 1966, en la calle, en un mundo de prostitutas, entrevistas, negocios. callejeros y las primeras referencias sexuales. Luego, el colegio, los ideales políticos, y dice «los primeros intentos de hacer algo de cultura en el barrio, una revista, cosas así». Y más tarde, el desengaño. «Hay una figura que está en todo este tiempo, y que es la del abuelo, que protege y que aconseja. En estos años se murió y entonces Cheli, o yo si prefieres, debe enfrentarse al ser adulto».

Un libro republicano

Se cuenta también su evolución sentimental respecto al barrio. «Intenté como fuera salir de allí, no quedarme en la fábrica y en la incultura. Ahora, en cambio, creo que el barrio, la gente casta del barrio, me interesa lo que más». «Yo hago rock urbano, y poesía urbana y novela urbana. Creo que estoy escribiendo una novela republicana, A lo mejor, porque mi abuelo era republicano convencido. A mí, república me suena más cerca de la anarquía, me suena a cantidad de libertad: de expresión, de moverse por la calle, de todo». «Ya sé que ahora no está muy de moda, pero así es. Si mi libro tiene que tener una definición política, es republicano; si personal, ramoncinista, o chelista, del barrio. Sé que en el campo también hay segregación y también hay injusticia, pero chica, tendrá que salir del campo quien cuente esa historia. Yo he nacido en este ruido, y cada mañana salgo a la calle y me llevo la bofetada de la contaminación y el aire sucio, y no puedo pensar en otros términos. No puedo y, aparte, no quiero».Hace Ramoncín una defensa apasionada de los autodidactas, que se confunden en su explicación con una postura expresamente combativa o de resistencia a la industria. La industria son las casas de discos o las editoriales, las máquinas. «No quiero que piensen que escribo porque ahora no estoy grabando. Grabaré cuando la industria me ceda el terreno que necesito. Todos estamos manipulados, pero al final la culpa es de quien se deja. Yo me siento muy íntegro conmigo mismo...». «Mira, tengo muy claro que hay dos clases de gente: la que me interesa y la que no. Me molestan las etiquetas y tener que limitarme a una sola actividad. Antes de cantar, he escrito mis canciones, así que hay que ir olvidando lo de Ramoncín ahora novelista. Ramoncín es el producto de José Ramón Martínez y los libros que he leído. Yo soy Ramoncín, o Ramón, pero no me siento el estandarte de nada, ni el representante de nada. Soy más rockero que popero, más escritor que actor, más actor que director de cine. Y más todo eso que oficinista, y más oficinista que barrendero...».

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