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Hoy se estrena en Madrid "Medea", de Pier Paolo Pasolini

Hoy se estrena en Madrid Medea, largometraje de Pier Paolo Pasolini, que por distintas razones no había sido estrenado en España. Realizada en 1969, con guión del propio realizador, fotografía de Ennio Guarnieri, e interpretada por Maria Callas, Laurent Terzieff y Massimo Girotti en los papeles principales, fue realizada tras Porcile y antes de que comenzara la «trilogía de la vida», con El Decamerón como primera parte.Pasolini, asesinado en la noche del 1 al 2 de noviembre de 1975, y cuya última obra, Saló, puede contemplarse en Madrid, ha sido sin duda uno de los artistas más polémicos y rabiosamente críticos del panorama cinematográfico europeo. Durante el rodaje de Medea tuvo que enfrentarse con dos largos procesos judiciales, acusado en uno de ellos de una matanza de cabras durante el rodaje de Porcile, a instancias de un tribunal de Catania, y el otro -por presiones del Vaticano- a consecuencia de su filme Teorema. Basta añadir el dato de que Pasolini, en vida, sufrió 319 juicios y tras su muerte se iniciaran cerca de sesenta, que implicaban a su productor Grimaldi. Su discípulo y amigo Bernardo Bertolucci parece continuar esa fascinante carrera en la que la polémica está indisolublemente unida a las acciones judiciales (recuérdese que El último tango en París fue destruida por iniciativa de la judicatura italiana).

Sobre Medea, y más concretamente sobre el desdoblamiento del personaje del centauro, interpretado por Laurent Terzieff, el realizador explicaba a Jean Duflot: «Al final del filme, cuando la conclusión es inminente, Jasón se dirige hacia la casa de Medea y se oye llamar por su nombre. Es la voz del centauro. Pero el centauro no está solo. Hay dos a un mismo tiempo. El uno es el centauro que Jasón veía de niño; el otro, el que ve en la edad adulta».

«No se trata de dualismo ni de desdoblamiento. Este encuentro, o esta presencia de dos centauros, significa que la cosa sagrada, una vez desacralizada, no desaparece en absoluto. El ser sagrado sigue yuxtapuesto al ser desacralizado. Quiero decir con ello que, al vivir, yo he realizado un cierto número de cambios, de desacralizaciones, de evoluciones. Pero lo que yo era antes de esos cambios, de esas desacralizaciones, esas evoluciones, no ha desaparecido...».

A la pregunta de Jean Duflot sobre la negativa del realizador a proponer soluciones, y si ello implicaba un cambio de orientación ideológica o una consecuencia de la crisis del marxismo (la entrevista se realizó después de los sucesos de mayo de 1968), Pasolini contesta: «Sí, en parte. Sin embargo, quiero destacar que si soy marxista, ese marxismo ha sido siempre extremadamente crítico frente a los comunistas oficiales, particularmente frente al PCI; siempre he estado en una minoría situada fuera del partido, a partir de mi primera obra de poesía, Las cenizas de Gramsci. La polémica que sostuve con ellos nunca ha variado mucho. Sin embargo, hasta ese momento, fui siempre un compañero de viaje relativamente ortodoxo. Pero hacia 1965, por diversas razones que ya he explicado, explota mi crisis personal; por otra parte, debo añadir que poco antes había realizado Uccellacci e Uccellini (un filme ideocómico sobre la crisis política del PCI y del marxismo de los años cincuenta). Llegué incluso a perder de vista las perspectivas tradicionales de la oposición marxista. Sin embargo, en esa época, sigo apartándome de la contestación estudiantil que permitirá, años más tarde, reencontrar los esquemas ideológicos primitivos del marxismo. Por tanto, me encuentro en una soledad total. Prácticamente a la deriva».

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