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Difícil situación en Libia tras un compló militar contra Gadafi

La novena brigada del Ejército libio, que se encuentra estacionada en Tobruk, se sublevó el pasado 6 de agosto, en un intento de derrocar el régimen dirigido por el presidente Gadafi, según se supo de medios diplomáticos en Casablanca. Los diversos combates que se han producido a raíz de estos hechos entre las tropas de Gadafi y los soldados soblevados han causado más de cuatrocientos muertos y heridos. Todo parece indicar que la novena brigada todavía no ha sido reducida. Las operaciones para acabar con el frustrado intento de derrocar al Gobierno las dirige el comandante Idris Chaibi. Los soldados sublevados se encuentran, en estos momentos, rodeados por tropas dirigidas por mandos del Ejército de Alemania Oriental, informan en los mismos círculos de Casablanca, y en Libia se ha declarado el estado de excepción.Los acontecimientos de Tobruk podrían explicar el hecho de que el Gobierno libio no haya siquiera respondido a la invitación de participar en la reunión del Comité Al Quods (Jerusalén) que se ha celebrado en Casablanca. El secretario general de la Conferencia de Países Islámicos, Habib Chatty, invitó oficialmente al Gobierno libio para que participara en estas sesiones, y Libia no sólo no ha participado, sino que hasta el momento no ha habido ninguna respuesta a la invitación oficial.

La noticia de un compló para derrocar a Gadafi no choca en absoluto, ya que no es la primera vez que se producen acontecimientos similares. En julio de 1970 se descubrió un compló destinado a derrocar a Gadafi, con lo que fracasó el intento. En 1975 hubo un nuevo intento de golpe de Estado, tal vez el más importante y el que más graves consecuencias tuvo. Aunque las noticias no son excesivamente claras, dado que Gadafi ha intentado silenciar lo más posible estos acontecimientos, parece ser que en aquella ocasión participaron en el intento de golpe más de 75 militares. Aproximadamente un año más tarde, la opinión pública internacional condenó duramente la actitud del Gobierno libio, que ejecutó a casi la mitad de los implicados. Se confirmaba así la imagen de Gadafi de un dictador ávido de sangre y en alerta permanente sobre su continuidad y la de su sistema. Como dato anecdótico, pero exponente de esta situación, Gadafi no duerme nunca en su palacio. Este hecho se explica oficialmente porque le gusta convivir con sus tropas, y duerme en los cuarteles. Pero la realidad es que el miedo le impide hacerse localizable, y nunca se sabe en Libia dónde reside el presidente.

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