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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

La corrida goyesca en Ronda

Una de las ciudades que ofrecen más encantos a cuantos la visitan es la ciudad de Ronda, sus monumentos, su Tajo, la amabilidad y cordial, trato de sus habitantes hacen que el visitante se sienta tan identificado que raro es el que no siente deseos de volver.Con intención de adquirir una localidad para la corrida goyesca, volví. En taquilla me informaron que la empresa (Ordóñez) no admitía la venta de la localidad de la corrida goyesca sin la adquisición de la lDcalidad para la corrida de rejones.

El precio de éstas oscilaba entre 6.000 y 5.000 pesetas por localidad en asiento de tendido.

Ante estos precios, mi asombro fue mayúsculo, ya que tenía entendido que los tiempos de Pasos Largos y Flores Arocha habían pasado a la historia, pero, por lo visto, existe algún rondeño con alma de atrac,Ldor moderno que intenta cambiar el trabuco por un boleto de entrada.

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Así es que mi intención de ver torear a Antonio Ordóñez su tradicional. becerrete, cuernicorto, gacho, brocho y de pitones sospechosamerite afeitados se fue al traste con los precios.

Debo confesar que, a mí, Paquirri, ni fu ni fa, pero me hacía cierta gracia al pensar que, como cosa natural y casi obligada, tuviera que brindar la muerte de su primer torito a la presidenta de la corrida, su ex mujer, e hija de A. Ordóñez.

Creo que la visión de la plaza llena y los aproximados quince millones de pesetas en taquilla pudieron más en el ánimo del ex torero de Ronda que la política; se acabaron los roces con el señor alcalde, su primo. A. Ordóñez volverá a torear la goyesca para demostrar, una vez más, que está con su pueblo, por su pueblo y por el dinero de la taquilla de su pueblo; la política es cosa aparte, sobre todo si se le pierde dinero a la goyesca.Un año más, el pueblo de Ronda estará en deuda con los señores de Domecq, Bohórquez, Núñez, etcétera, que, tras ímprobos esfuerzos y gastos extraordinarios, acudirán al concurso de engánches, lucirán sus hermosos corceles y lustrosos coches de tiro, se pavonearán ante los rondeños, haciendo gala de su señorío, para demostrar su cariño a esta gran ciudad, pasando por alto las circunstancias que motivaron sus ausencias en los últimos años.

Parece como si lo estuviera viendo: el bonito coso de la Real Maestranza con lleno a rebosar; el paseíllo, encabezado por su suegró y yerno; la presidencia, ocupada por una sevillana que, por ser hija del torero, usurpa la presencia de tina guapa rondeña; personalidades por aquí y por allá; ex ministros de hace años, en las barreras; la Lola, con su Lolita y su clavelón; el doctor Arriba , en un burladero, dispuesto a echar una mano; besos y abrazos, con profusión de lágrimas, entre todos, y aquí no pasó nada; ¿nada?, no; pasarán los quince milloncetes de pesetillas, en justa correspondencia al esfuierzo de montar, con becerros de Núñez, un espectáculo músico - taurino -familiar adornado con trajes de tiempos de Goya.

Debo reconocer la gracia y ocurrencia de aquel rondeño que, entre copa y copa, me decía que este año la tradicional corrida de Ronda la llamaban la corrida de la. familia, pues la organizaban entre hermanos, la toreaban suegro y yerno, la presidía la hija y la pagaban «los primos»./

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