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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

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Un diputado de Izquierda Republicana de Cataluña (EL PAÍS, 9 de agosto) se ausenta del salón de sesiones del Parlamento cada vez que algún diputado se expresa en castellano. Al señor Pujol esto le parece exagerado, pero piensa que la conducta a imitar es la del diputado Martín Toval, que, siendo malagueño, lleva a cabo sus intervenciones parlamentarías en catalán.Resulta extraño que al diputado de Izquierda Republicana de Cataluña le moleste o le indigne que la gente haga uso de un derecho básico, que, por cierto, no dimana de ninguna norma legal sino del hecho, nunca suficientemente recordado, de que los castellano-hablantes integran casi el 50% de la población de Cataluña y pagan sus impuestos como todo el mundo.

El señor Pujol es libre de poner a Martín Toval en el banco de las ovejas y a los que hablan castellano en el Parlamento en el de los cabritos. También está en su derecho al confiar en que se reproducirá la absorción cultural de los emigrantes -lo que en el nivel lingüístico supondría que adoptasen el catalán como lengua materna y el castellano como segunda lengua-, siempre que, como él mismo dice (véase el suplemento de EL PAÍS. 3-8-1980) no sean utilizados métodos impositivos.

Yo, por el contrario, tengo la esperanza de que los castellano-hablantes no satisfarán los deseos del señor Pujol, ni seguirán el mal ejemplo de Martín Toval.

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Hace años, algunos burócratas del Estado franquista no se resignaban a que los catalanas se empecinaran en hablar su lengua; ahora, algunos catalanes no se resignan a que los castellano-hablantes sigan utilizando el castellano de tan desconsiderada manera. Ahora bien, la Cataluña de hoy no es la de los años cuarenta, pero tampoco la de 1932. Hoy día, coexisten dos comunidades que no tendrán más remedio que respetarse en plano de igualdad. Y esto implica, entre otras muchas cosas, el acostumbrarse a hablar en una lengua y recibir, en ocasiones, la respuesta en otra (salvo en el plano de la enseñanza, si se acepta que es un de recho básico el de ser enseñado en la lengua materna; lo que supone que en Cataluña no habrá una educación justa mientras el sistema educativo, desde la escuela a la universidad, no esté duplicado; es decir, escuela, instituto y universi dad catalanes, por un lado, y escuela, instituto y universidad castellanos, por otro)./

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