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PAIS VASCO

Las diferencias entre las fuerzas políticas condicionan el desarrollo de las fiestas de Bilbao

Las fiestas de Bilbao, que comienzan hoy, cuentan con el único apoyo del partido mayoritario del ayuntamiento de la localidad: el Partido Nacionalista Vasco. Las restantes fuerzas políticas se desentienden del programa, y las cuarenta comparsas -que representan a más de 10.000 personas- han decidido boicotear el desarrollo de la Semana Grande, ya que no participarán en los festejos. Un último intento de reconciliación entre ambas partes fracasó en la madrugada de ayer, al no ponerse, de acuerdo ni siquiera en el orden del día de la reunión.

Las dos actitudes encontradas quedaron en evidencia la primera semana del pasado mes de julio, cuando el ayuntamiento decidió, por mayoría, desautorizar a las comparsas como organizadoras de los actos. La razón que motivó tal medida fue la difusión de carteles editados por la comisión de fiestas, en la que aparecía el rostro del alcalde de la capital, Jon Castañares, sustituyendo al de Mari Jaía, muñeca-mascota de las fiestas bilbaínas, con la inscripción: «Mari Castaña, la mujer capaz de cargarse las fiestas de Bilbao». La publicación del mencionado cartel revelaba la culminación de las tensiones creadas entre una parte de la corporación municipal y la coordinadora de comparsas (organismos que, junto a otras entidades ciudadanas, habían organizado las fiestas de la capital durante los dos últimos años), en el curso de los preparativos del programa. En el seno de la comisión paritaria, formada por siete representantes de las comparsas y siete concejales, existieron profundas diferencias desde un principio. La ubicación de las barracas de feria y el carácter de los festejos fueron los principales caballos de batalla.

En realidad, se estaban barajando dos conceptos diferentes de lo que cada uno esperaba de unas fiestas populares. Mientras los partidos de izquierda hablaban orgullosamente de la experiencia de estos dos últimos años, como un período de «verdadera participación ciudadana», el PNV señalaba que durante este tiempo la Semana Grande había adolecido de ausencia de actividades culturales.

Corte de teléfono

La reacción del partido mayoritario del ayuntamiento, ante la aparición del cartel que ridiculizaba al alcalde, no se hizo esperar, e inmediatamente comunicó su decisión de disolver la comisión paritaria, a fin de crear un grupo municipal compuesto exclusivamente por PNV y UCD, ya que los partidos de izquierda no quisieron participar en él. Dicho acuerdo no lo firmó el alcalde, sino el teniente de alcalde, Iñaki Calzada.A pesar de la desautorización, la comisión de fiestas continuó funcionando y utilizando el local destinado a los preparativos de la Semana Grande. A mediados de julio, las comparsas ya daban a conocer el programa de actos. Por su parte, el ayuntamiento cortó el teléfono y otros servicios del mencionado local, y poco después llamaba a los organizadores para saber con detalle el plan de fiestas que habían programado. Los miembros de las comparsas creyeron que la convocatoria significaba el intento, por parte del ayuntamiento, de reconocerles como organizadores oficiales, pero no fue así. La corporación les recibió como una comisión más. Así las cosas, los miembros de las comparsas decidieron no participar en el programa oficial del ayuntamiento. Mientras tanto, la comisión municipal, definitivamente encargada de organizar la Semana Grande, estaba integrada sólo por miembros del PNV, ya que UCD decidió también abandonar el cometido. Su retirada se debía, según explicaba el portavoz centrista, José Miguel Isasi, a que «las posturas encontradas entre unos y otros escapaban del ámbito de las fiestas».

Cuando la coordinadora de las cuarenta comparsas anunciaba su intención de boicotear lo que para ellos son «las fiestas del PNV», los partidos de izquierda se adhirieron a la actitud de protesta.

Santiago Brouard, concejal de la corporación bilbaína por Herri Batasuna, declaró a nuestro periódico: «Hemos hecho una apuesta por el movimiento ciudadano. Con estas fiestas se quiere cargar precisamente la participación popular, y nosotros no jugamos a eso». Euskadiko Ezkerra señalaba que las fiestas de Bilbao, en estas circunstancias, «están en peligro». El concejal socialista Pedro López Merino se lamentaba públicamente: «Es tarde para confluir en un único camino el deseo de todos de unas fiestas para todos. Al PNV le ha faltado capacidad de diálogo, generosidad y flexibilidad, y le ha sobrado terquedad y amor propio mal entendido». El partido comunista hacía una llamada de urgencia al PNV a fin de que éste accediera a reconocer a las comparsas y entidades ciudadanas como organizadoras de la Semana Grande.

El alcalde, insatisfecho

Mientras tanto, el alcalde, Jon Castañares, declaraba a EL PAÍS; «Creo que si las comparsas no participan en las fiestas cometerán un gran error. Es una actitud mezquina que responde a los grupos que están en la oposición y quieren minar al PNV». El presidente de la corporación municipal bilbaína se muestra insatisfecho en relación al desarrollo de las fiestas en los dos últimos años: «Han intentado ser una imitación de los sanfermines de Pamplona o la Blanca, de Vitoria, en el sentido de que se ha potenciado mucho más el bullicio que el deporte o la cultura. No estoy en contra de la juerga, porque entiendo que es una forma de disipar tensiones, pero preferiría que se hiciera con menos vino».Tan sólo un día, mañana, 15 de agosto, aparecerán las comparsas como tales en un acto que no guarda relación alguna con el programa oficial de fiestas: la becerrada. Se trata de una serie de juegos taurinos -tancredo, garrocha y salto del ángel- que tienen como único objetivo el deporte, ya que el toro, lejos de resultar lesionado, es un componente más de la exhibición. En el acto, las comparsas se presentarán y se despedirán, al mismo tiempo, del pueblo de Bilbao.

Tampoco acudirá a su cita Mari Jaia. Esa muñeca de cuatro metros de altura, símbolo de alegría, diosa máxima y señora de las fiestas que recorría las calles de la ciudad zarandeada por los jóvenes, no hará acto de presencia en la Semana Grande.

Las fiestas de Bilbao, en definitiva, serán este año muy especiales. Promocionadas por un solo partido político, el PNV, y con la notable ausencia de los jóvenes de las comparsas y de la muñeca mascota, dos elementos que daban una chispa de buen humor a la semana de festejos.

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