Museos locales
La petición del Ayuntamiento de Tarifa de que se le permita conservar la estatua del emperador romano Claudio que se ha descubierto en su término municipal plantea un problema general de descentralización cultural, cuyas ventajas valdría la pena que considerasen nuestros organismos oficiales frente a los criterios acumulativos y centralizadores imperantes.No son estos los de un país con la tradición cultural de Grecia, por ejemplo, donde, junto al gran Museo Nacional de Atenas, cada localidad arqueológicamente importante suele tener su museo local, en el que, por regla general, alrededor del «plato fuerte» de una obra maestra, se organizan con amor un conjunto de piezas que, vistas precisamente donde aparecieron, se revalorizan y ayudan a un conocimiento del conjunto. Es el caso de Eleusis, Delfos, Olimpia, Corinto o Epidauro. Creemos que el viajero recibe con agradecimiento una innovación que le permite saborear a pequeños sorbos, y en el lugar y momento apropiados, lo que tantas veces se pierde en el aluvión de las grandes concentraciones museísticas.
Claro es que esta política tiene dos condiciones que no es fácil cumplir. La primera, que los museos locales estén decorosamente atendidos; la segunda, que estén suficientemente seguros.
( ... ) Ahora bien, quien quiera que tenga una mínima experiencia víajera puede dar testimonio sobre la necesidad de la otra condición expuesta: los centros a que nos referimos deben ser debidamente atendidos, lo cual significa no sólo locales dignos, sino, sobre todo, personal capacitado y en número suficiente. Pero esta condición nos parece de cumplimiento más fácil que la otra. Pensamos si no podría encontrarse ahí, por añadidura, una salida digna y necesaria para tanto universitario en paro procedente de las ramas más relacionadas con la materia de que nos ocupamos.
Todo ello acaba siendo, naturalmente, cuestión de dinero. Pero es también cuestión de imaginación. Resolver el problema encerrándolo todo en unos cuantos centros mastodónticos no nos parece que sea solución, porque empieza por no querer plantear el, problema.
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