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Una familia soviética de nueve miembros huye a Occidente

Una familia soviética, el matrimonio Zerdev, cristianos pentecostistas, y siete niños abandonaron ayer la Unión Soviética, mientras que el hijo mayor, Serguei, de diez años, permanecía en la URSS raptado por su abuela materna, en una operación que los padres achacan a intervención directa del KGB (policía política).Obtuvieron visado de salida para nueve personas, y el lugar de Serguei, cuya desaparición se descubrió dos horas antes de la salida del avión hacia Viena, lo ocupó Pavel Ukotomski, de once años, hijo de una amiga de la familia. Pavel pudo cruzar la frontera porque la policía soviética no se fijó en las fotografías de los tres muchachos mayores.

Los Zerdev solicitaron el visado de salida hace seis meses, y el esposo fue detenido en varias ocasiones tras la petición, ante lo cual no quisieron demorar la salida de ayer al constatar la falta de su hijo mayor: Serguei. Consiguieron visados para judíos, aunque no lo sean, y esperan emigrar a Suecia, donde editarán una revista religiosa.

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El miedo a la cárcel hizo huir a la familia Zerdev

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La familia Zardev declaró, a su llegada a Viena, que decidieron emigrar porque «teníamos miedo de ir a la cárcel». «Rezamos mucho», afirmaron, «para que nuestra salida resultase bien, y solicitamos a toda la comunidad cristiana que rece para que Sergei se reuna pronto con nosotros».

Nadezna Zerdev afirmó que el rapto de su hijo mayor, cuyos detalles no conoce, pudiera estar relacionado con el caso del niño soviético Walter Poluchak, de doce años, quien se niega a abandonar Estados Unidos con sus padres, quienes decidieron hace escasas semanas regresar a su tierra natal de Ucrania.

La esposa añadió que su madre había declarado varias veces su oposición a que la familia emigrase y estaba dispuesta a hacer cualquier cosa para impedirlo, incluso secuestrando a uno o varios de los nietos.

El pasado 18 de julio, las autoridades cortaron el agua y el gas de la vivienda de la familia, lo que ella hizo público a amigos occidentales, tras lo cual obtuvieron el visado de salida el día 22 del mismo mes.

«La vida es muy difícil para los pentecostistas», afirmó el matrimonio Zerdev; «se nos encarcela y se nos prohibe reunirnos para rezar. Algunas religiones minoritarias como la nuestra están infiltradas por agentes del KGB».

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