El 26,7% de los parados, cabezas de familia
De 1.334.000 parados existentes en 1979 -según la Encuesta de Población Activa (EPA) analizada exhaustivamente por un grupo de trabajo del Ministerio de Economía-, tan sólo 356.000 (el 26,7%) eran personas principales en la unidad familiar, y un 62% eran hijos de personas principales. El estudio «Análisis de las estadísticas de paro» -al que ha tenido acceso EL PAIS-, ha sido realizado por Gumersindo Antoñanzas, Antonio García de Blas, Vicente García Sestafe, Felipe Saenz Fernández, Ana Sánchez Trujillo e Ignacio Santillana del Barrio, las galeradas de imprenta esperan ver la luz desde el pasado mes de febrero.
Los niveles de desempleo afectan mucho más a los hombres que a las mujeres. Los primeros suponen un 70% del censo total de desempleados, mientras que las mujeres sin empleo registradas son el 30% restante. No obstante, el número de mujeres desempleadas está creciendo a mayor ritmo que el de los varones, y sobre todo porcentualmente es muy superior el número de mujeres sin trabajo que el de hombres en iguales circunstancias.Al aumentar la edad de los parados disminuye la tasa de desempleo de las mujeres en relación con los varones, posiblemente porque las mujeres con edades superiores a los 35 años no buscan empleo con la misma intensidad que las jóvenes, o al menos son más remisas a la hora de acudir a las oficinas de empleo.
Otra circunstancia que las estadísticas ponen de manifiesto es la creciente importancia del paro juvenil en el cuarto trimestre de 1979, el 34,4% de los parados tenían menos de veinte años, y el 57,4% tenían menos de veinticinco años. Aún es más significativo el hecho de que la tasa de paro relativa de los jóvenes con edades comprendidas entre los quince y los diecinueve años superaba el 30%. En este importante crecimiento del paro juvenil ha influido, además de la evolución negativa general del mercado de trabajo, la creciente propensión a registrarse en las oficinas de empleo, pese a que los jóvenes son menos dados, en términos absolutos, a inscribirse, que otros grupos de edad superior.
Nivel de estudios
El nivel de estudios terminados es otra de las características personales en la que se observa una influencia decisiva a la hora de encontrar empleo. Así, la tasa de paro mayor corresponde a la población activa con estudios medios y anteriores a los superiores. A partir de los treinta años, el paro relativo es tanto menor cuanto más elevados son los estudios del grupo poblacional.Otro hecho que queda claramente de manifiesto es que la población joven de menos de veinte años tiende a prolongar sus estudios primarios hasta niveles medios, apareciendo así como parados en el estrato de edad inmediatamente superior. Las mujeres con estudios tienen tasas de paro muy superiores a las de los hombres, tanto en los niveles medios como en los superiores. Posiblemente este fenómeno diferencial se explica por el tipo de ocupaciones que la sociedad impone a las mujeres, las cuales aparecen como las más afectadas por la crisis y, en general, requieren poca especificidad en el empleo.
La distribución del paro entre solteros y no solteros también ofrece algunas características significativas. El número de solteros parados era en el cuarto trimestre de 1979 casi el doble que el de los no solteros. Además, la cuarta parte de los parados eran en estas fechas personas principales; esto es, personas que en su mayor parte habían perdido su empleo anterior, más de la mitad de los cuales superaban los 45 años. Mientras las dos terceras partes de las personas sin empleo son hijos de la persona principal, y casi en un 60% de los casos buscan empleo por primera vez. En este capítulo parece tener una incidencia especial el hecho de que una buena parte de los jóvenes desempleados no se han emancipado de la unidad familiar. Otro dato significativo es que en el 1,9% de las viviendas existía más de un parado.
Otro hecho que las estadísticas parecen confirmar es que los parados que buscan empleo por primera vez son inferiores a los que han trabajado anteriormente. No obstante la importancia relativa de los recién llegados al mercado del trabajo pasó del 38,4% sobre el total a finales de 1976, hasta el 42,2% en el últime trimestre de 1979. Aquí vuelven a existir diferencias claras en función del sexo. Así, las mujeres paradas que buscan su primer empleo suponen el 61,4% del total de su sexo, mientras que los varones en busca de su primer trabajo son el 32,5%. Estas diferencias se basan fundamentalmente en el predominio de las mujeres jóvenes en la oferta de trabajo, y en el efecto que ha tenido la crisis en la estructura familiar, forzando, a la mujer a buscar trabajo para completar los ingresos familiares.
Entre las personas que buscan su primer empleo vuelve a aparecer el predominio de los individuos jóvenes, mientras que el porcentaje de parados que han perdido un empleo anterior crece rápidamente con la edad del grupo de población correspondiente, hasta los treinta años, en que comienza a decrecer. Se observa también que la mayor parte de los parados analfabetos, sin estudios o con estudios primarios han perdido un empleo anterior, mientras que en los grupos con estudios medios y anteriores a superiores el porcentaje de los que buscan el primer empleo se hace más importante, acentuándose aún más este fenómeno cuando los estudios son de nivel superior. Esto parece confirmar la tesis de que los niveles formacionales en las nuevas generaciones son superiores, y que, si bien los estudios suponen una barrera de entrada tanto mayor cuanto más elevado es su nivel, también implican una mayor estabilidad del empleo una vez conseguido. Además, el tiempo medio de búsqueda es mayor en los parados que buscan primer empleo respecto de los que han trabajado anteriormente.
La construcción, sector con mayor número de parados en valor absoluto, registra también la mayor tasa relativa a su población activa, seguido de la industria textil, restaurantes, cafés y hostelería. El paro se concentra en los grupos de trabajadores menos cualificados (trabajadores no agrarios, conductores y asimilados, y trabajadores de los servicios). Las regiones con mayor tasa de desempleo son Andalucía y Extremadura, destacando un rápido crecimiento en otras regiones, como el País Vasco, Madrid y Barcelona.
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