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Divergencias en las fuerzas armadas uruguayas

La unidad de las fuerzas armadas uruguayas parece estar en peligro desde que, a finales de junio, un grupo de ocho oficiales criticó un ascenso aprobado por el jefe de la marina, vicealmirante Hugo Márquez. El grupo de insubordinados estaba dirigido por el capitán Jorge Nader, que acompañó el levantamiento militar de febrero de 1973, cuando los jefes de la Armada respaldaban al Gobierno constitucional de entonces. Esta noticia dio lugar a que se hablara de fisura en los altos mandos, y a grandes divergencias en cuanto a la orientación que el Ejército y las fuerzas armadas en general quieren para el proceso uruguayo. Sin embargo, máximas autoridades militares niegan rotundamente que exista ningún tipo de fisura.El teniente general Luis Queirolo aseguró, la semana pasada, que las fuerzas armadas de su país son «un todo coherente» y desmintió la existencia de actos de indisciplina. Queirolo declaró: «Me honro de mandar un Ejército obediente a los reglamentos, con gran inspiración patriótica, que sabe que en la unión está el triunfo del pueblo y del país». Pero, poco antes, el jefe de la marina uruguaya, vicealmirante Hugo Márquez, informaba que se habían producido situaciones de indisciplina en el arma, aunque estaban bajo control. La afirmación de Márquez fue la primera reacción oficial que reconocía la oposición de un grupo de oficiales de la Armada, que había culminado con el pase de dos de ellos a la justicia militar. A partir de entonces, diversos medios del mando militar reconocieron que existe un intento de crear situaciones de falta de cohesión y disciplina dentro de las fuerzas armadas.

Estos movimientos podrían ir dirigidos a romper el plan político de los militares uruguayos, denominado «croprograma», que programan la « democratización » del país en etapas, a partir de noviembre próximo. Se iniciaría entonces el proceso con un plebiscito constitucional.

El plan político de los militares de este país establece que se celebren elecciones presidenciales y parlamentarias en noviembre de 1981, con participación de los dos partidos tradicionales, «blancos» y «colorados», y llegar a la «consecución total del libre juego democrático en 1986», según prevé.

En los documentos militares más recientes, este plan está aceptado por todos los mandos.

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