La oposición armada es sólo una amenaza parcial para el régimen de Marcos
El cumpleaños de Imelda Romuáldez Marcos, el pasado día 2 de julio, fue celebrado con grandes festividades oficiales y los periódicos reproducían un poema compuesto por el presidente Marcos para su esposa, que se titulaba «Eres aún un sueño para mí» » Hubo abundancia de regalos, y los niños de las escuelas cantaron «cumpleaños feliz» o plantaron árboles para conmemorar la fecha.Sin embargo, alguien, cegado quizá por el entusiasmo, tuvo la mala ocurrencia de sugerir que los conductores de los jeepneys, esa peculiar forma de transporte urbano de Manila, no cobraran a los pasajeros el importe de] trayecto desde las seis de la mañana hasta el mediodía, como homenaje a la señora de Marcos.
Al día siguiente, podía leerse en el diario Bulletin Today: «Millares de conductores de jeepneys no hicieron ayer sus rutas entre las seis de la mañana y mediodía». Creados por la escasez de vehículos tras la segunda guerra mundial, los jeepneys son vehículos todo terreno adaptados al transporte de viajeros y graciosamente
decorados por sus propietarios, que intercomunican, a precio relativamente módico, la inmensa extensión de metro Manila.
Nada solidario con la festividad, uno de los conductores declaraba al citado diario: «No estoy tan loco como para regalar el viaje, al precio que está la gasolina y con lo que cuesta el alquiler del vehículo». Muchos pensaron como él y el resultado fue un desastre para los usuarios, que se amontonaban en las aceras a la busca del jeepney desaparecido. Todo se normalizó después del mediodía y los pintorescos vehículos llenaron de nuevo las calles de la capital.
Apoyo islámico
El presidente Marcos y su Gobierno tienen seguramente muchos más motivos para estar agradecidos a la first lady, a quien un semanario norteamericano describiera como «el guante de terciopelo que cubre la mano de hierro de Marcos». Como embajadora extraordinaria y plenipotenciaria, Imelda Romuáldez Marcos ha realizado importantísimas misiones en el extranjero.
Una de ellas fue la visita a Libia, en 1976, que hizo posible para Marcos la firma de un alto el fuego, a finales de ese mismo año, con el Frente Moro de Liberación Nacional (FMLN), cuyo máximo dirigente, Nur Misuari, vive exiliado en Trípoli. Los guerrilleros musulmanes acusaron luego al Gobierno de incumplir lo pactado y las hostilidades se reanudaron a finales de 1977 y siguen todavía, especialmente en la isla de Mindanao.
Las gestiones de la primera dama filipina en Marruecos, poco antes de la «cumbre» islámica de Rabat, en 1979, no obtuvieron el mismo éxito y el FMLN ha ido ganando el apoyo, moral y económico, de los países musulmanes y alcanzó su pleno reconocimiento como «legítimo representante del pueblo de Mindanao» en la Conferencia de Islamabad (Pakistán), en mayo pasado.
Una serie de concesiones autonómicas hechas por el Gobierno de Manila y la posibilidad de incorporar al gabinete ministros procedentes de la zona «mora», no parecen soluciones eficaces al conflicto armado ' que tiene ya siete años de
existencia y está causando numerosas víctimas entre la población civil. La fuerza real del Frente Moro de Liberación Nacional es difícil de estimar y mientras algunas fuentes hablan de 10.000 guerrileros, otras aseguran que hay cerca de 30.000 hombres en armas en la isla de Mindanao y en el archipiélago de Sulu.
Imelda Romuáldez Marcos ha efectuado, asimismo, varios viajes a la República Popular China. Aparte de conseguir petróleo con el que paliar la carencia filipina de productos energéticos, los contactos de Manila con Pekín,
desde 1975, han sido también dirigidos -como ocurrió con otros países de la ASEAN- a dar un golpe en la moral de las guerrillas de la región, de ideología maoísta.
El New People's Army (NPA) comenzó siendo un grupo predominantemente formado por intelectuales, escindido, hacia 1968, del Partido Comunista prosoviético. Desde entonces, parece que ha aumentado el número de obreros y campesinos en sus filas y que ha conseguido una relativa implantación en la isla de Samar y en el centro y norte de Luzón. Sus efectos armados se estiman entre 2.000 y 3.000 hombres, y pese a la detención de José María Sisón, presidente del Partido Comunista filipino (maoísta), del que el NPA es el brazo armado, parece que ha conseguido mantener sus estructuras indemnes.
La colaboración entre los guerrilleros del NPA y el FMLN, denunciada constantemente por el Gobierno de Marcos, ha sido negada por el líder del Frente Moro, Nur Misuari, aunque parece evidente que ha habido algún tipo de conjunción táctica en algunas islas del sur del país. El NPA, por otra parte, ha conectado con los restos del movimiento huk, una guerrilla comunista muy activa contra la invasión japonesa y que fue aplastada en los primeros años cincuenta.
Ninguno de los dos movimientos armados se considera, sin embargo, como una amenaza inminente para el régimen, y la mayor parte de las fuentes consultadas por EL PAIS en Manila ven como los mayores peligros
para Marcos la crisis económica y la lucha por la sucesión.
En medios de la oposición democrática se da por seguro que Ferdinand Marcos intentará nombrar a Imelda como su sucesora, pero se duda de que la «primera dama» cuente con el respaldo del Ejército. «Aunque en la breve historia de Filipinas independiente no hay tradición golpista del Ejército, los ocho años de ley marcial han potenciado la corrupción y la injerencia de los militares en los asuntos civiles», dice un destacado oponente de Marcos.
El jefe de la guardia presidencial y director de los servicios secretos, general Fabián Ver, parece el principal apoyo tanto de Ferdinand Marcos como de su posible sucesora. En cambio, el ministro de Defensa, general Juan Ponce Enrile, pasa por ser un oponente a esta fórmula sucesoria y en Manila no falta quien le atribuya ambiciones de poder propias.
Preocupación norteamericana
Tras los sucesos de Irán y Nicaragua, es comprensible que el problema sucesorio preocupe en Estados Unidos, que, además de ser la antigua potencia colonial, tiene enormes intereses económicos y estratégicos en el archipiélago. En Washington se apoyó la implantación de la ley marcial en 1972, durante la Administración de Ri chard Nixon, como un «mal menor». Ahora, el Gobierno de Jimmy Carter y los sectores más avisa dos del establishment quieren la vueIta a la normalidad democrática, aunque sólo sea por realismo y para evitar una radicalización de la oposición que para algunos está ya en vías de producirse.
El presidente Marcos es consciente de que uno de sus mayores peligros puede ser el respaldo norteamericano a alguno de sus enemigos políticos, como el ex senador Benigno Aquino, el más popular líder de la oposición. Pero Marcos sabe también la importancia. que tienen la base naval de la bahía de Subic, de donde salieron el año pasado los portaviones destinados al golfo Pérsico, al iniciarse la crisis de Irán, y la gigantesca base aérea de Clark.
Esta importancia estratégica del archipiélago ha dado a Marcos la posibilidad de contestar a las críticas procedentes de Estados Unidos sobre la situación de los derechos humanos en Filipinas, e incluso de censurar el «imperialismo moral» de Washington. Un nuevo acuerdo sobre las bases se firmó en enero del año pasado, por el que Estados Unidos se comprometió a facilitar, en cinco años, quinientos millones de dólares a Filipinas en ayuda militar y de seguridad.
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