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Subvención de 20.000 millones de pesetas a General Motors

El Consejo de Ministros podría haber acordado, en su reunión de ayer, la subvención a la multinacional norteamericana General Motors. Según ha podido saber EL PAIS de fuentes próximas al Gobierno, el acuerdo aún no hecho público, se podría centrar, entre otras concesiones, en una subvención próxima a 20.000 millones de pesetas, un 10% de la inversión de su planta de Zaragoza y un 20% de la de Cádiz. Los porcentajes ahora concedidos por el Gobierno español al primer fabricante mundial del sector del automóvil, General Motors, se ajustan al documento firmado cuando la multinacional norteamericana negocio su establecimiento en España, por el entonces ministro de Industria, Carlos Bustelo, y al que ha tenido acceso EL PAIS.

La inversión total de General Motors en su proyecto español alcanza la cifra de 187.000 millones de pesetas, destinados a la fabricación de un nuevo modelo de cilindrada comprendida entre 900 cc y 1.300 cc, y de tamaño reducido. Dicho modelo, que será comercializado al final de 1982, estará destinado fundamentalmente a la exportación, en un proceso similar al del Fiesta, de Ford.Su fabricación, en número aproximado de 300.000 unidades anuales, se hará en la nueva fábrica de Figueruelas, próxima a Zaragoza, mientras que, en Cádiz, la multinacional norteamericana montará una fábrica destinada a componentes.La subvención ahora concedida por el Gobierno español se suma a importantes beneficios fiscales de todo tipo, a créditos oficiales a medio y largo plazo a la cesión de los terrenos destinados a las dos fábricas y a la construcción de una terminal de ferrocarril.

La multinacional norteamericana había solicitado un ayuda mucho más importante. Según General Motors, los beneficios ofrecidos por el Gobierno austriaco, para su instalación en ese país, eran muy superiores a los del español. Pese a ello, y después de una visita del presidente de la poderosa multinacional norteamericana al presidente del Gobierno español, General Motors se decidió por España como lugar donde centraría el grueso de su inversión expansiva de Europa, para dejar la alternativa de Austira como algo secundario.

Ocho años antes, la segunda gran multinacional del automóvil a escala mundial, Ford, entró en negociaciones con el Gobierno español, a través del entonces ministro de Industria, José María López de Letona. Los acuerdos finales entre ambas partes se firmaron en 1972. Según éstos, la inversión inicial de la multinacional norteamericana era de seiscientos millones de dólares -unos 40.000 millones de pesetas-, recibiendo una ayuda por parte del Gobierno español equivalente a mil millones de pesetas a través del Banco de Crédito Industrial, la cesión gratuita de los terrenos de Almusafes, amplios beneficios fiscales y créditos de carácter oficial y privado a través de cajas de ahorro y de la banca privada.

El proyecto de General Motors, muchísimo más ambicioso que el de Ford, llegó a España en un contexto político muy diferente, y en un momento de crisis económica y de fuerte recesión en la inversión. El que, pese a ello, y pese a la crisis general del sector del automóvil de este país, la más poderosa empresa automovilística del mundo se instalase en España, supondrá, además de una sorpresa, una importante inyección de optimismo para el país.

El propio presidente de General Motors, E. M. Estes, justificó entonces la presencia de la multinacional norteamericana en España como parte fundamental en sus ambiciosos planes expansionistas, en los que la crisis del sector del automóvil de este país -coyuntural, según opinión del mismo presidente- no afectaban demasiado

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