Liberalización en el nuevo cine chino
El amor y la política aparecen mezclados en las pantallas de Pekín
El beso en la boca está a punto de entrar por vez primera en las pantallas del cine chino. Una película, El amor del Monte Lushan, presentada en preestreno, el pasado martes, en la gran sala del Palacio del Pueblo de Pekín, a un público de ejecutivos, diplomáticos y periodistas extranjeros, se detiene, sin embargo, en la frontera misma de esta audacia, explícitamente denunciada hasta ahora como uno de los símbolos de la decadencia occidental.
Esta película tiene como tema una historia de amor, algo insólito y que muestra el camino recorrido por la cinematografía china desde la revolución cultural, durante la cual la esposa de Mao Zedong, Chiang Ching, había enclaustrado al cine y al arte en general en el estrecho corsé de la virtud ultraizquierdista. Es la primera vez que tiene lugar un preestreno de esta índole, lo que muestra el interés que los directores de la nueva política cultural sienten por este largometraje.El director Mo Zumo y el guionista Bi Bicheng han introducido, desde luego, un mensaje político escondido en esta obra, en la que el «flechazo que experimenta la protagonista se relaciona tanto con sus sentimientos frente a un joven como con su amor por China». Pues la heroína es una china de ultramar, venida de Estados Unidos, que interpreta la actriz Zhang Yu. El filme relata su historia de amor con un muchacho de Lushan, uno de los lugares históricos más hermosos de China.
En una jornada especialmente hermosa sucede (casi) lo que tenía que suceder: la muchacha deposita sobre las mejillas sonrosadas de pudor y felicidad del muchacho todo un beso. La joven deja escapar un breve suspiro, saludado por la risa cómplice de los espectadores. A medida que la intriga se desarrolla, entre los paseos en la montaña y paradas en las pagodas románticas, de las cenas a solas y los baños en arroyos románticos, lentamente surge a flote una trama de inspiración política.
Naturalmente, el acercamiento chino-norteamericano encuentra su sitio en el guión, y de modo explícito, en una escena en la que se hace referencia al comunicado de Shanghai de 1972, firmado por Richard Nixon, que abrió las puertas de China a Norteamérica en general y a la heroína de la película en particular. También se explota el tema de la reconciliación nacional: el espectador descubre al final que los padres de estos enamorados satisfechos fueron dos viejos amigos, cuyos caminos se separaron durante la guerra civil, abrazando uno de ellos la causa revolucionaria de Mao Zedong y el otro enrolándose en el ejército de Chang Khai Chek, para exiliarse después en Estados Unidos.
El amor de la joven generación sella la reconciliación de los padres, que se vuelven a encontrar, siempre en Lushan, después de treinta años de separación para el noviazgo oficial de sus hijos. El amor del Monte Lushan testifica, para el espectador chino, una nueva corriente de su cine. Y en cuanto a las espectadoras, sin duda soñarán con el guardarropa occidental y coqueto de la heroína.
Babelia
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