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Giscard d'Estaing propone una mayor cooperación militar entre Alemania y Francia

En tono de arenga el presidente de Francia, Valéry Giscard d'Estaing, estimuló ayer en Baden-Baden a los soldados franceses con guarnición en la República Federal de Alemania, a que conociesen cada vez mejor este país, para así poder juntos, los dos ejércitos, francés y alemán, llevar a Europa «al papel protagonista que desempeñó en el mundo». Schmidt, que empleó un lenguaje menos marcial, recordó a los soldados de ambos países, concentrados en la ciudad balneario del Estado de Baden-Wurttemberg, que «nuestra seguridad no puede separarse de la de vuestro país». El canciller, que habló en francés, recalcó que el equilibrio de fuerzas y armamento entre el Este y el Oeste es condición inexcusable para la paz y la cooperación en nuestro continente.

El presidente francés repite sin cesar, desde que llegó a la RFA anteayer, que Francia y Alemania deben iniciar una nueva política conjunta con la mirada puesta en la «gran Europa» del futuro. Mientras sus anfitriones alemanes, como el presidente federal, Karl Carstens, derrochan cultura francesa en sus discursos y aplican las correspondientes citas de la inteligencia gala, Giscard no tiene inconveniente en insistir, en su tema favorito durante los dos primeros días de su primera visita oficial a este país: la autonomía de una Europa que debe ser fuerte. Para ello, uno de los objetivos predilectos es el llegar a un acuerdo sobre producción conjunta de armamento, como el «carro de combate del futuro», que despierta no pocas reservas con el Parlamento de Bonn, por considerarlo «políticamente peligroso ».En su búsqueda de la Europa grande y fuerte, el presidente Giscard desarrolla un itinerario político-turístico, que podría hacer ilusión a cualquier medievalista. Desde el desayuno de ayer, en el castillo de Gymnich, hasta la cena, en el de Wilhelmshoehe, en Hessen, el jefe del Estado francés distribuyó su tiempo, aparte la parada militar en Baden-Baden y de sus conversaciones con los políticos de Baden y Hessen, entre la admiración de las bellezas de estos castillos y las del monasterio de Lichtental. El programa de la visita rezuma exquisitez. Para hoy están previstas sendas visitas a dos museos y una iglesia y un concierto de órgano, aparte una conversación con Franz Josef Strauss, presidente de Baviera, y Gerhard Stoltenberg, de Schleswig-Holstein, ambos democristianos.

El entusiasmo de algún que otro medio informativo alemán conservador es bien perceptible. Un diario titulaba ayer sobre esta visita: «Milagro político». Y el milagro consiste, según explicaba el articulista, en que a pesar de los antiguos recelos entre franceses y alemanes, «el 68% de los franceses están a favor de una estrecha cooperación con Alemania». El mismo desfile de tropas francesas y alemanas en Baden ante el presidente Giscard y el canciller Schmidt, indicaría que ambos políticos están dispuestos a impulsar hacia arriba esa cooperación. Los alemanes dijeron ayer que si en su país aún continúan los 51.000 soldados franceses integrados en las tres divisiones del segundo cuerpo, casi todos ellos en el suroeste de Alemania y en Berlín occidental, es porque Bonn pidió a París que siguiesen aquí una vez Francia decidió en 1966 abandonar sus compromisos militares en la OTAN y seguir la vía autónoma en lo tocante a defensa.

No es un secreto que la situación alemana no puede ser la misma, por ahora, y quizá por ello el canciller Schmidt prefiere hablar de distensión cuando su invitado francés ve en lontananza una Europa protagonista.

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