Sólo trece bibliotecas infantiles para más de 600.000 niños
Madrid cuenta únicamente con trece bibliotecas infantiles públicas, para una población de niños de cinco a catorce años que se estima en algo más de 600.000. Las trece bibliotecas, que están mal dotadas de material y tienen problemas de espacio, luz, personal, etcétera, cuentan con 956 plazas en total. Su mala distribución hace que distritos enteros como Vallecas, Carabanchel, Villaverde o Fuencarral, no dispongan de ningún servicio de este tipo.
La razón última de las graves deficiencias que Madrid sufre en materia de bibliotecas infantiles hay que buscarla en la falta de presupuestos que el Ministerio de Cultura destina a aquéllas: 3.363.000 pesetas, para hacer frente a unos gastos de 4.584.000 pesetas, según las cifras del último balance.Salvo las bibliotecas de Moratalaz, Central, Acuña y alguna otra, que disponen de locales relativamente amplios y de una colección de casi 5.000 volúmenes, las restantes bibliotecas dejan mucho que desear: la de Concha Espina (1 .500 volúmenes), es poco más que una habitación de una casa de vecinos. Unas, como la de Menéndez y Pelayo, son amplias, pero están en un sótano y sólo disponen de luz artificial. Otras, como la de Aluche, tienen unas condiciones inmejorables, pero sólo cuentan con 32 plazas y los niños deben ir rotándose en los asientos o adaptarse al sistema de préstamo y leer en su casa o en la calle. Y hay, finalmente, otras, como la del Niño Jesús, que reúnen lo malo de las anteriores; es decir, tienen poca luz y menos espacio. El sistema actual, evidentemente, no ayuda a despertar en los niños la conciencia de la necesidad de leer.
Carencia de medios económicos y política de parches
El impulso a las bibliotecas populares, cuya existencia data, en Madrid, de 1912, hizo que en los últimos años de los sesenta y en los primeros de los setenta Madrid contase con dieciséis centros de lectura, de los que trece disponen de sección infantil. Pero la política le los mismos, fundamentalmente a política económica, se ha hecho base de parches. El mantenimiento económico de estos locales no sólo no sobrepasa los 3,5 millones anuales citados, sino que las escasas asignaciones llegan tarde y, además, no han sido revisadas en los últimos años, a pesar de que los gastos corrientes como luz, limpieza, gasóleo y otros han aumentado de forma considerable.Esto origina toda una serie de males adicionales, como son la falta de personal y la casi carencia total de actividades pedagógicas y culturales. En la mayoría de las secciones infantiles de las biblioteas solamente trabaja una persona. Según datos de la Central de Biliotecas, para mantener éstas se necesitarían ocho ayudantes del cuerpo, dieciséis auxiliares administrativas y veintiocho subalternos. Una buena parte de este personal, si lo hubiera, debería dedicarse por completo a las secciones infantiles. Esa acuciante falta de personal hace que, salvo en contadísimos centros -como son las bibliotecas de Moratalaz, Central y Prosperidad- se hagan actividades pedagógicas o culturales, excluyendo algún ocasional concurso de pintura o algún concurso de interés infantil.
Las bibliotecas, mal distribuidas territorialmente
Si descontamos las bibliotecas infantiles de Aluche (Maqueda, 7); San Cristóbal (edificio municipal Los Pinazo, San Cristóbal de los Angeles), Simancas (Castillo de Uclés, 6. San Blas), Moratalaz (Alonso Tobar, s/n) y Rubén Darío (Manizales, s/n. Hortaleza), el resto de bibliotecas se encuentra en barrios céntricos de Madrid.Son las siguientes: Central (Felipe el Hermoso, 4), Acuña (Quintana, 9), Concha Espina (Núñez de Balboa, 95), Menéndez y Pelayo (plaza América Española, 2), Niño Jesús (Doctor Esquerdo, 165), Ruiz Egea (Fernández Villaverde, 6), Usera (Santa María de la Cabeza, 115) y Prosperidad (Mantuano, 51).
Así, distritos enteros, como Vallecas, Fuencarral, Carabanchel, Villaverde o Mediodía, no tienen ninguna plaza de lectura. Otros, como Moratalaz, que tiene un censo superior a 50.000 niños, cuentan con una sala de lectura para 140 niños. La desproporción es más que evidente. Madrid está muy lejos de las cotas de otras ciudades de iguales características en la Europa occidental. A veces, el que prospere la inauguración de una biblioteca depende de la iniciativa inquebrantable de un particular o de asociaciones ciudadanas o vecinales. Es destacable el caso de la actual biblioteca de Prosperidad. Gracias a la insistencia de su bibliotecaria, Flor Carrillo, en 1978 comenzó a funcionar un local con capacidad para 66 niños, en una sala blanca, amplia y luminosa, si bien desde el pasado mes de septiembre el presupuesto no alcanza para cubrir los gastos de electricidad y de calefacción.
Horario de tarde
Todas las bibliotecas infantiles funcionan exclusivamente por la tarde, con horario de 17 a 21 horas. Para hacerse socio, el niño no necesita más que una autorización firmada por su padre y dos fotografías. Con todo ello, y por el módico precio de veinticinco pesetas al año, puede acudir a la biblioteca siempre que quiera, escoger los libros que desee y leerlos allí o llevárselos a su casa.Normalmente, los niños que acuden a las bibliotecas cuentan con edades entre los seis y los catorce años, y se acercan a hacerse socios informados por otros compañeros de colegio. Generalmente, al principio suelen ir acompañados por sus padres, que quieren supervisar u orientar las lecturas, aunque sus gustos no suelen coincidir con los de sus hijos.
Lo que leen los niños
En cuanto a material disponible, hay de todo. Desde literatura infantil y clásica hasta secciones de ciencias naturales, filosofía, arte, historia, deportes, música, ciencias aplicadas, enciclopedias y comics. Sin duda es este último tipo de lectura el que se lleva la palma entre las preferencias infantiles. Desde los comics más sencillos, por así decirlo, hasta los más sofisticados. A los comics le siguen en interés las novelas de aventuras o de misterio, principalmente series del tipo Los tres investigadores, Enic Blyton, Los Hollister, Las aventuras de Guillermo, etcétera, sin perder de vista a clásicos infantiles del estilo de Julio Verne o Stevenson.Hay quien pide Hitchoock, aunque cierto es que se trata de excepciones. En cuanto a literatura clásica, so pena que se trate de realizar algún trabajo para el colegio, los niños no suelen pedir a muchos autores del estilo de Baroja, salvo algunos libros, como el Quijote, muy solicitado en los últimos tiempos gracias a la reciente serie televisiva.
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