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El aislamiento, principal condicionamiento de los niños autistas, psicóticos y deficientes

Por primera vez, un elenco de psicólogos, educadores y neuropsiquiatras, entre ellos Arnaldo Raskovsky, Ivar Loovas, Ruth Sullivan y los españoles Julián Ajuriaguerra, Angel Riviére y Juan José Rodríguez de Llauder, tratarán la sintomatología del niño aislado, en un congreso que se celebrará en Buenos Aires durante la semana del 21 al 26 de julio.

«El concepto de niño aislado es tan amplio que de hecho sufren de aislamiento un alto porcentaje de niños considerados normales, pero marginados en su entorno familiar o escolar por problemas tan frecuentes como la inadaptación escolar, la timidez o la incomunicación familiar», afirma el psicólogo Angel Garijo, organizador del congreso en España, con la colaboración económica del Instituto Nacional de Asistencia Social (INAS). «Pero el problema se acentúa y se convierte en un auténtico condicionamiento en los niños y adolescentes que padecen alguna deficiencia psíquica o física». Los especialistas estudiarán, pues, el aislamiento infantil a nivel patológico, centrado en las especiales situaciones de hermetismo personal y social en que viven los minusválidos psíquicos, los psicóticos, niños con trastornos de conducta, y, de una manera especial, los niños autistas. «El autista, esencialmente, es un niño aislado y encerrado en sí mismo».La mayor parte de las ponencias españolas se refieren precisamente al autismo, aunque también se plantearán los condicionamientos socioculturales que refuerzan la marginación de los deficientes. «La tendencia actual de los especialistas es considerar que el origen del autismo -aún desconocido- hay que buscarlo a nivel biológico, ya que la mayoría coincide en que pudiera tratarse de una alteración embrionaria, que se manifiesta en los primeros meses y años de vida del bebé. Lo que se ha logrado hasta ahora es hacer un perfil o análisis de conducta propio del autista que permite establecer un diagnóstico claro y una terapia adecuada». Angel Rivière presentará una ponencia en la que se defenderá un nuevo tratamiento a base de tomar diaria mente una dosis normal de vitaminas, lo que supone una vía inédita y esperanzadora.

«En la actualidad, es posible diferenciar el diagnóstico de un niño autista del de un deficiente o de un esquizofrénico infantil. Pero también es cierto que, en ocasiones, no se puede establecer un criterio diferenciador unívoco, porque hay deficientes que presentan también rasgos autistas (conducta alterada, tics nerviosos, incomunicación) y autistas que presentan rasgos, propios de deficientes.

Pero la ponencia más curiosa es la que expondrá el neuropsiquiatra Rodríguez Llauder, basada en su propia experiencia, «un tanto utópica, pero positiva», de haber reunido en un mismo centro a niños normales, autistas y niños con diversos trastornos de conducta. Durante siete años, un grupo de treinta niños y niñas de diferentes niveles psíquicos. «El avance de cada uno de ellos no puede compararse entre sí, porque la normalidad no se contagia y no se les puede medir a todos por el mismo rasero, pero todos los niños han ganado algo de salud mental en esta convivencia».

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