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Puente sobre aguas turbulentas

Quizá uno de los aspectos más curiosos de la vida política española sea su grandilocuencia, entendiendo por tal la gran profusión de grandes declaraciones, de gestos altisonantes y de palabras y frases supuestamente ingeniosas y empleadas con más o menos fortuna que, como se dice ahora, exigen una segunda o una tercera lectura. Se supone que por parte de la estricta clase política, que es la única capaz de interpretarlas. He aquí algunas de estas últimas, entresacadas de la actualidad de estos días: «Suárez debe afrontar con otros métodos lo que se considera una nueva política» (UCD); «No estamos contra la OTAN, sino contra que España se integre en la OTAN » (PSOE); «No condenaremos a ETA, lo que podemos hacer es criticar su estrategia» (EE); «Los diecisiete miembros de nuestra ejecutiva se han ofrecido como rehenes a ETApm» (PSA); «Los comunistas postulan un sistema democrático para las elecciones en el Parlamento canario» (PCE); «No podemos recomendar a nuestros militantes que vayan a la manifestación contra el terrorismo el día 19 de julio, porque es una fecha demasiado cercana al 15, en que les hemos convocado para manifestar su apoyo al Gobierno vasco» (PNV). Un ramillete maravilloso que dista mucho de ser exhaustivo.Y, junto a esa gestual palabrería, otro síntoma más preocupante y que podría ser considerado algo así como la letra pequeña de todo sistema democrático: la ausencia de autocrítica. A juzgar por las múltiples declaraciones que nos anegan, aquí no se equivoca nadie, salvo el contrario. naturalmente. Y, como consecuencia, nadie tiene la responsabilidad. de nada. Un hecho de especial gravedad, por su significación, ilustra bastante bien lo anterior: la ocupación del Parlamento vasco y los insultos que sufrieron los legítimos representantes del pueblo allí presentes. La reacción del Gobierno vasco ha sido asombrosa: convocar a los partidarios del PNV a un acto de desagravio, por supuesto sin entrar ni de lelos en el fondo de la cuestión y que río puede ser otro que preguntarse las razones por las que ese tipo de cosas son, y serán, posibles en la sociedad vasca. Al señor Garaicoetxea (que en algunos de sus registros se parece cada día mas a Suárez) ni se le ha ocurrido reflexionar sobre los indudables paralelismos que tal acción ofrece con el acuerdo del Ayuntamiento de Echarri-Aranaz, con los votos del PNV y, a pesar de las ya consabidas matizaciones a que los nacionalistas vascos empiezan a acostumbrarnos y a aburrirnos, sobre los tribunales españoles. Acuerdo, por cierto, apoyado después por el Ayuntamiento de Alsasua, que no tiene ningún empacho en pronunciarse contra el «terrorismo institucional» y no tiene ni una sola palabra de recuerdo para los trabajadores andaluces o valencianos que sufren las acciones; de ETApm. Y es que el terna de la coherencia Y la política no siempre van emparejados. El maniqueísmo de algunos sectores políticos de Euskadi (aunque, claro, siempre se puede aducir que desde Madrid nunca se comprende nada) empieza a ser un espectáculo alucinante. Y que, desdichadamente, resta credibilidad incluso a algunas de sus reivindicaciones y protestas más justificadas. Porque decir, como los miembros de Euskadiko Ezquerra en Madrid, que «habría que analizar quién ha sido el primero en dar pasos atrás» cuando el mismo Bandrés reconoció que la amnistía de 1977 dejó las cárceles vacías de presos vascos, es como mínimo un craso ejemplo de falta de memoria. También, y sin salirnos de la misma conferencia. de prensa, no deja de ser curioso que un partido con postulados marxistas-leninistas no exprese un mensaje de solidaridad con la clase trabajadora de otros pueblos de España que soportan esa estrategia de la que ellos discrepan, ni analicen las consecuencias de futuro del «antivasquismo» que siembran. Y es que, por lo visto, la política no es un método para analizar la realidad, sino una especie de hechizo que hace a la gente no pararse en las barras de la contradicción y el sinsentido. Algunos sectores de ¡a sociedad y de la política vasca parecen vivir un enclaustramiento tal que les hace impermeables a todo lo que no sea cocerse en su propia salsa. Dicho sea, con perdón, desde Madrid y con todos los respetos y excepciones debidas.

Por lo demás, esa falta de letra pequeña de que adolecen algunas fuerzas políticas vascas se hecha de menos también en otros ámbitos estatales. UCD es maestra en ello. Aún estamos esperando que se reconozca públicamente el error del planteamiento autonómico de Andalucía: el de antes de Clavero G. el de después de Clavero. O que se nos diga el qué, el cómo y el cuándo del «relanzamiento» de la política gubernamental o el porqué del último cambio de Gobierno. La autocrítica, la pública, no la que se hace en los cenáculos o en los restaurantes, estimula siempre a la opinión pública y dinamiza la vida política. Pero, por el momento, ni siquiera se contempla. El sedicente «rapapolvos» que han sufrido los críticos del PSOE por autocriticar a su partido no ha sido tampoco un buen ejemplo de la opoución socialista, que sigue en eso la misma pauta que los demás. Más que la autocrítica, lo que se practica es una especie de isálvese quien pueda! a base de exculpaciones propias y acusaciones ajenas. Sin olvidar la puesta en circulación de constantes dimes y diretes y de informaciones de salón, cuestión esta última a la que no es ajena una profesión periodística establecida, mimada y acosada al tiempo desde los círculos de poder. No estaría mal que el cerco a la libertad de expresión cesase de una vez, además de por razones democráticas obvias, para ver si los periodistas somos capaces de dejarnos de mirar nuestro propio ombligo e Iniciar una reflexión serena sobre ese papel de árbitros y pontífices máximos, además de intérpretes, que no se sabe bien porqué nos hemos atribuido.

En fin: este somero repaso de algunos elementos de la. actualidad viene a cuento a propósito de que entre la grandilocuencia rebuscada que esconde la falta de ideas y no se detiene ante las más flagrantes naderías, y esa casi total ausencia de imprescincible autocrítica de que hacen gala los sectores implicados en el proceso democrático, convierten a menudo la actualidad política en una pista de patinaje sobre la realidad. O, lo que es peor, en un puente sobre las aguas turbulentas de una situación que requeriría con urgencia respuestas claras, más letra pequeña mucha responsabilidad, que es lo que falta en el inició de estas vacaciones; al menos en las bocas de algunos significados protagonistas de esta historia, sólo relativamente apasionante, que nos ha tocado vivir, y construir.

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