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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Silencio

LA DECISIÓN del Consejo Supremo de Justicia Militar de ratificar la sentencia sobre la «operación Galaxia", que el capitán general, de Madrid no quiso dar por buena, es el mejor de los elementos de juicio que cualquier observador nacional o extranjero puede establecer para entender lo que aquí está pasando. No hace falta comparar esta sentencia de seis meses para unos militares sediciosos que quisieron dar un golpe de Estado con la de seis años para el escritor de un artículo, o la de tres meses para el director de este periódico, o las, peticiones ante un tribunal militar contra un periodista por informar sobre una supuesta tentativa de golpe de Estado. No hace falta recordar la permanente vulneración de la Constitución por el Gobierno y otros estamentos de la nación, la aplicación puntual de leyes dictadas por el franquismo, la permanencia en sus puestos de jueces, policías y funcionarios de todo tipo que capitanearon la represión, el apartamiento del Ejército, de los militares demócratas de la UMD, cuyo eventual regreso-a filas mediante una ley aprobada por el Congreso -que representa la soberanía nacional libremente expresada- provoca inconcebibles y deleznables inquietudes. No hace falta nada de eso. La democracia naufraga un poco cada día, mientras los órganos de expresión que ayudaron a traerla son reprimidos, perseguidos, cerrados y olvidados ante la benévola mirada de un Gobierno cada día más dividido, de un partido en el poder cada día más descompuesto y de una marea de inquietudes y protestas populares que no son correspondidas ni atentidas por la clase política. El consejo que hoy comentamos amenaza con pasar a la historia de España como el punto de inflexión de un régimen que desde que nació parece inconcebiblemente empecinado en dictar su propia acta de suicidio.Esta España arrinconada, sin política económica, sin política exterior, sin política ciudadana, sin política anticorrupción, sin política educativa, sin política sanitarial, sin política de empleo, sin política de nada o casi nada, sabe ya, por lo menos, que tiene una política.a la que es preciso estar atentos: la política militar.

Silencio. Silencio.

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