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Entrevista:

Gaston Thorn: "Europa no es sólo un diálogo entre Francia y la RFA"

Soledad Gallego-Díaz

Gaston Thorn, vicepresidente y ministro de Asuntos Exteriores de Luxemburgo, liberal y buen conocedor de España, donde pasa sus vacaciones desde hace muchos años, será el próximo presidente de la Comisión Europea, sustituyendo, a partir del próximo 1 de enero, al británico Roy Jenkins, que finaliza su mandato de cuatro años.

En su condición de ministro luxemburgués recibirá, el próximo día 9, a los Reyes de España, que efectuarán una visita oficial de tres días al gran ducado. Con este motivo, Gaston Thorn concedió unas declaraciones a los corresponsales españoles acreditados en Bruselas, en las que, entre otras cosas, afirmó que los problemas internos de la Comunidad no retrasarán «sensiblemente» la entrada de España en la CEE y que las dos negociaciones deben desarrollarse de forma paralela.

Pregunta. Señor Thorn, usted conoce las recientes declaraciones del presidente de Francia, Valéry Giscard d'Estaing, en el sentido de que la reforma interna de la Comunidad puede obligar a retrasar los plazos para la adhesión de España a la CEE. En los próximos seis meses Luxemburgo desempeñará la presidencia del Consejo de Ministros comunitario. ¿Cree que en este período de tiempo podrá respetarse el calendario inicialmente fijado?

Respuesta. No soy exegeta del pensamiento de nadie y menos del de un jefe de Estado, pero creo que ha habido muchas falsas interpretaciones. En mi opinión, la demanda de adhesión de España no plantea ningún problema insuperable. Los problemas existían ya en la Comunidad a seis y se ampliaron con la Comunidad a nueve. La demanda de adhesión de España hace simplemente que ciertos problemas que ya existían sean más tangibles. Nuestra tarea es resolverlos.

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P. ¿No es posible negociar con España hasta que estén resueltos?

R. Todo tiene que hacerse paralelamente. Hay que continuar las conversaciones con España y Portugal, tal y como ustedes desean y como también lo han, deseado los Gobiernos de los paises miembros de la Comunidad. Al mismo tiempo, hay una serie de problemas que teníamos que haber resuelto antes de la adhesión de Gran Bretaña, problemas que se han hecho ahora más urgentes y que necesariamente tienen que ser resueltos antes de que mañana, siendo doce o trece, nos lancemos a lo desconocido.

Un eventual aplazamiento de las negociaciones con España no su pondría la solución de los problemas de la Comunidad. Las dos negociaciones pueden marchar unidas, En definitiva, no creo que haya, que dramatizar la situación. No creo tampoco que estos problemas vayan a retrasar sensiblemente la entrada de España en la CEE, sino que obligarán a los nueve a poner un poco más de diligencia en el estudio de cuestiones que ya teníamos que haber resuelto hace tiempo.

P. ¿Cuál es la aportación de España a la Comunidad Económica Europea?

R. La adhesión de Grecia, por una parte, la de España y Portugal, por otra, ayudarán a equilibrar la Comunidad. Durante mucho tiempo hemos sufrido una Europa comunitaria excesivamente orientada hacia el norte. A partir de ahora ya no será una comunidad, esencialmente nórdica, sino que, con Italia, tendrá más de un pie en el Mediterráneo. Además, ustedes abren una puerta hacia una parte del mundo, América del Sur y América Central, que nosotros, a través de la historia de Francia, Gran Bretaña o la República Federal de Alemania, habíamos desatendido. Creo que España multiplicará las posibilidades de la futura Comunidad y que, como nosotros, los países, del Benelux tratarán de borrar la imagen de que Europa es sólo un diálogo entre Francia y la RFA.

P. Según todas las previsiones, usted será el próximo presidente de la Comisión Europea. ¿Este órgano comunitario debe ser, a su juicio, el ejecutivo de la Comunidad?

R. Olvidaré el aspecto personal de la pregunta y me limitaré al aspecto institucional. «Los padres de la CEE» pensaron que la Comisión podría convertirse de forma progresiva en el ejecutivo europeo. Pero después de la crisis de 1965 tenemos que ser realistas y comprender que en la situación actual ese objetivo no puede convertirse en algo rápido. No queremos empezar una «guerra de religión» entre maximalistas y minimalistas en Europa. Lo que sí considero esencial es que la Comisión aumente su fuerza, con el consentimiento de los Estados miembros y en su propio interés.

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