El giro de Comisiones Obreras/ y 2
La hipoteca de Comisiones Obreras respecto al PCE, puesta de manifiesto, una vez más, en la resolución sindical aprobada por el Comité Central de dicho partido, y la falta de adecuación de la estructura y estrategia de CC OO a un período de legalidad sindical, son los principales aspectos que analizamos en la primera parte de este artículo.Es, sin embargo, en su visión de la crisis donde CC OO se ha equivocado más. Una errónea visión que le ha llevado a una ¿ríticaque pronto se ha demostrado insostenible frente al acuerdo-marco, que le ha obligado a una posición incoherente e ineficaz y, lo que es peor, a marginarse de muchísimos convenios importantes, creando el desaliento y la desmoralización en muchos de sus militantes. Pero también se ha equivocado en otro tema de fondo. En efecto, pretender aplicar una estrategia sindical propia de una situación de expansión -cual es la de que los sectores de vanguardia tiren del resto del movimiento obrero- a otra de profunda crisis económica, donde lo que se impone es una estrategia sindical que busque prioritariamente estos objetivos: la superación de las tendencias corporativas inmanentes a la crisis y una defensa global e igualitaria frente a la misma del conjunto de los trabajadores que trabajan, en una primera etapa, y de los marginados (pensionistas, parados, jóvenes y de otros no sujetos a convenios, como los de la Administración pública o el campo), en una segunda, lo que impone necesariamente negociaciones globales, resulta un claro dislate desde el punto de vista de los trabajadores y también desde la perspectiva de nuestro país el plantemiento de CC OO. Sobre todo teniendo en cuenta que en años anteriores la patronal demostró claramente en esta situación de crisis, y a pesar de los 170 millones de horas de huelga realizadas, su capacidad para imponer las pautas de contratación colectiva, salvo en dos temas, conflictividad y productividad, que son, a mi entender, y seguirán siendo, los factores reales de negociación desde el ángulo sindical. Por otra parte, no cabe duda de que en la crisis económica actual, caracterizada básicamente por la inadecuación de las estructuras productivas, el sindicato se ha de convertir en una pieza clave del desarrollo, desarrollo que pasa necesariamente por un aumento de productividad, exigiendo como contrapartida la consecución de una mayor democracia industrial.
Habría un último aspecto con incidencia en el cambio de la estrategia de Comisiones. Me refiero a su también errónea valoración sobre la coherencia de UGT. Cuando ahora la resolución del Comité Central del PCE dice que es necesario «rechazar la opinión de que el camino de la unidad pasa por enfrentar a las bases sanas de UGT y del PSOE con sus direcciones "socialdemócratas" o "reformistas"», no está más que reconociendo ese error y, por añadidura, la veracidad de la campaña antiugetista que hemos venido denunciando. Durante el último año asistimos a sucesivas campañas de este tipo en julio y septiembre de 1979 y en enero y febrero de 1980, donde los «blandos» de Comisiones han dejado hacer a los «duros», en la esperanza íntima de que se rompiera la iniciativa y coherencia de UGT. Se han equivocado, y en el fondo, enseñando Comisiones Obreras «la otra cara de la moneda», ha hecho un favor inestimable a la identidad de la propia UGT.
Hasta aquí un somero análisis de las causas del fracaso de la política de Comisiones.
Consecuencias también las ha habido. Varias e importantes. En primer lugar habría que señalar la pérdida de iniciativa, sobre todo en el terreno de la negociación colectiva. Y algo de más alcance para el futuro: la pérdida del espacio sindical responsable del movimiento obrero, del interlocutor válido por excelencia, que tanto trabajo le costó conseguir.
Pero es necesario añadir también el factor psicológico, nada desdeñable, que esta situación produce en unos cuadros y militantes acostumbrados a una práctica hegemónica, alentada por la típica formación comunista, basada en la «confianza ciega» en la organización. Un factor que, sin duda, ha agudizado las divisiones internas entre «eurocomunistas» y «leninistas».
En este balance de lo que ha sido el fracaso de Comisiones quizá el único factor positivo que la dirección de Comisiones ha podido presentar a sus bases es la incorporación de un sector de USO, que les ha permitido un respire para iniciar el giro estratégico. Una corriente de USO que, por otra parte, más bien cabría denominar como «corriente comunista autogestionaria», dado que resulta difícil de definir como socialista a un grupo que no solamente no tiene una vinculación con el movimiento socialista de nuestro país, sino que es visceralmente opuesto al mismo, y dado que resulta tan incoherente, al menos, como el título que acabo de darle el pretender seisocialista y autogestionario en el seno dé una central, hoy por hoy, claramente hegemonizada e hipotecada por el PCE.
¿Qué pretende Comisiones con este espectacular viraje? Por supuesto, corregir errores. Pero también algo más: cambiar su imagen ante las elecciones sindicales. Dicho con otras palabras: el objetivo de Comisiones es capitalizar, pura y simplemente, la estrategia de UGT. No solamente ya no dice una palabra en contra del AMI, sino que está firmando convenios dentro del mismo y ha lanzado una ofensiva para participar en las comisiones mixtas de los convenios que se negó a firmar. No solamente la resolución del PCE utiliza conceptos y frases calcadas de UGT, intentando parecerse como dos gotas de agua, sino que pretenderán en el otoño aparecer, si pueden, como los auténticos creadores del acuerdo-marco.
¿Qué conclusión podemos sacar, por tanto, de este giro de Comisiones Obreras? ¿Qué aquí no ha pasado nada, que ha sido un error coyuntural,que afortunadamente se ha rectificado? Evidentemente, no. Aquí han pasado muchas cosas que no podemos echar en saco roto. Por otra parte, como he tratado de demostrar más arriba, el comportamiento de CC OO se asienta en factores estructurales y no meramente en un error de apreciación.
¿Cuál entonces? ¿Que se ha demostrado que Comisiones estaba equivocada y tenía razón UGT? Puede darnos una lógica satisfacción, pero no basta.
Para mí la pregunta real es: ¿tiene credibilidad este giro, tiene credibilidad Comisiones para desarrollar la estrategia que encarna UGT? Rotundamente, no. Como tampoco la tendrían los «leninistas» si pretendiesen llevar a efecto los planteamientos «eurocomunistas».
Hoy por hoy, nadie puede asegurar que Comisiones, si pierde, por ejemplo, las elecciones sindicales, no vuelva a los mismos plantearnientos anteriores.
Desde mi punto de vista, y con todos los respetos a los compañeros de Comisiones, no es creíble el giro de una organización que expresa su nueva orientación a través de otra organización como el PCE, que ha vituperado a UGT por el AMI, que ha realizado una política radical¡ zada e incoherente sin aflorar a la luz una mínima crítica. sobre la misma, que ha evidenciado entender la unidad como identificación con lo que ella plantea y como hegemonismo, es decir, que vale la unidad en la medida en que esté dirigida por ella. No es creíble.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.