Repentino agravamiento del estado de salud del sha de Irán
«El estado del sha es muy serio. Debemos todos orar por él», declaró ayer, en Alejandría, el presidente egipcio, Anuar el Sadat. El sha de Irán fue readmitido en el hospital Maadi, de El Cairo, «para ser sometido a exámenes médicos que requieren su hospitalización», comunicó ayer un portavoz de la presidencia egipcia.El viernes, por la tarde, el sha, que padecía una fuerte fiebre intestinal, fue transportado urgentemente desde el palacio de Kubbeh al hospital militar de Maadi, y los informes médicos de ayer tenían un marcado tono alarmista.
El último informe médico, entregado al presidente Sadat durante una reunión con sus colaboradores en Alejandría, señalaba que el estado de salud del derrocado monarca era «crítico».
El jefe del Estado egipcio parece muy preocupado por el estado de salud del ex soberano y, si no se produce ninguna mejora significativa en las próximas horas, podría interrumpir su estancia en Alejandría para visitarle en el hospital, donde las medidas de seguridad han sido reforzadas.
Las informaciones sobre la fuerte fiebre intestinal que padece el sha son aún muy fragmentarias. Algunos rumores apuntan que el depuesto emperador podría tener fiebres tifoideas, lo que significaría que no tardaría en morirse ya que su estado de salud, muy debilitado, no le permitiría resistir el tifus. Pesa tan sólo 63 kilos.
Hace unos diez días, el ex monarca tuvo una neumonía, y un médico norteamericano se desplazó a El Cairo para examinarle. Ahora, médicos franceses han acudido al hospital militar para tratarle junto con su habitual equipo médico egipcio.
En sus declaraciones, Mohamed Reza Pahlevi ataca duramente al ayatollah Jomeini, a quien califica de «maligno, anacrónico, analfabeto y loco», y afirma que sólo una posible contrarrevolución podrá salvar a Irán de caer en el comunismo.
Sin embargo, el derrocado monarca se muestra sumamente escéptico en cuanto a las posibilidades de reacción de los «nacionalistas», que, dice, constituyen la gran mayoría de la población, aunque no estén organizados ni dispongan de las armas necesarias para derrocar a la República Islárnica.
El sha de Irán confiesa que ha cometido muchos errores, entre los que cita el de dar demasiadas libertades democráticas, poner en libertad a los presos políticos, dar el poder a un Gobierno incapaz y abandonar el país bajo la presión popular.
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