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Los bolivianos acuden hoy a las urnas ante el temor de un nuevo cuartelazo

Entre atentados progresivamente sangrientos, rumores de golpe en las embajadas y declaraciones retóricas del Gobierno, dos millones de votantes bolivianos intntan, por tercera vez en tres años, dotarse de un sistema civilizado de Gobierno que aleje el fantasma, siempre presente, del cuartelazo. Las elecciones generales de hoy son vistas en este país y en buena parte de Latinoamérica como la «última oportunidad» para la democracia en Bolivia.

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La presidenta Lidia Gueiler se dirigió anoche a la nación, para resaltar el carácter histórico de los comicios. El ministro del Interior prometió que se encontrará a los terroristas que han ensangrentado La Paz. El arzobispo de la capital boliviana ha puesto en tela de juicio la eficiencia de las autoridades policiales. Las fuerzas armadas, finalmente, han emitido el enésimo comunicado para afirmar que «garantizaremos la tranquilidad de Bolivia». Este es el marco ambiental en el que se desarrollan las elecciones.«A la tercera va la vencida», dicen también en La Paz. La calculada estrategia de la tensión vivida hasta ayer mismo por Bolivia, desde el abortado golpe de Estado del coronel Natusch, en noviembre pasado, no ha impedido finalmente que las urnas se abran este do mingo. Paradójicamente, y a pesar de la oposición de las fuerzas armadas a las elecciones, Washington ha sido uno de los garantes de los comicios, con su decidida intervención en contra de los planes golpistas. La Casa Blanca, ha podido saber este periódico, anunció explícitamente un corte de relaciones diplomáticas si los militares se lanzaban una vez más al asalto del poder.

Sí la movilización popular y política de los bolivianos y la ayuda de Washington han hecho posible la celebración de elecciones, nadie sabe qué puede pasar hoy y el día 6 de agosto, en que un nuevo presidente de la República. debe asumir oficialmente sus funciones. Los sondeos electorales prevén una repetición de los resultados de 1979, en que ninguno de los candidatos a la presidencia alcanzó la mitad más uno de los votos prevista en la Constitución. Será entonces el Congreso el que deba decidir. Y ahí será necesario un acuerdo rápido entre los diputados de los principales partidos si no se quiere dar un inmejorable pretexto a los militares golpistas.

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Hernán Siles y Paz Estenssoro, máximos aspirantes a la presidencia de Bolivia

Viene de primera páginaEl presidente Guevara Arze fue derrocado por el coronel Natusch por ser un «interino». Anteriormente, en agosto de 1979, el general David Padilla ya había entregado el poder a Guevara de muy mala gana, puesto que no era ninguno de los vencedores relativos de las elecciones: Hernán Siles y Víctor Paz. La actual presidenta, Lidia Gueiler, es otra interina, fruto de un consenso parlamentario tras la caída de Natusch.

De nuevo Hernán Siles, al frente de la Unidad Democrática y Popular (UDP), y Víctor Paz, líder del Movimiento Nacionalista Revolucionario-Alianza (MNRA), son los máximos aspirantes a la jefatura del Estado. Entre la coalición socialdemócrata y la alianza centro-derecha aparece el general Bánzer, jefe de un partido rotundamente derechista y «de orden», Alianza Democrática Nacionalista (ADN), y figura política en ascenso en un clima de grave deterioro en todos los campos.

Siles Zuazo ganó en 1979 por 1.500 votos a Víctor Paz, pero ninguno obtuvo más del 31,22% de los sufragios. El voto popular fue matemáticamente de Siles, pero el líder del MNIK obtuvo mayoría en siete de las nueve regiones (departamentos) de Bolivia. El voto nacional se opuso a mayoría parlamentaria y de ahí se siguió la parálisis del Congreso y la designación de compromiso de Walter Guevara.

Ninguno de los dos protagonistas históricos de la política boliviana han dado muestra de estar dispuestos a un pacto que garantice la supervivencia del proceso democrático en Bolivia, a pesar de que la idea del pacto es el eje de todas las cábalas políticas que se hacen en el país.

La mayoría parlamentaria requiere 79 votos, la mitad más uno de 157 escaños. Como senadores y diputados son elegidos por representación proporcional, habrá que esperar a conocer el número exacto de votantes para conocer la composición política del nuevo Congreso de Bolivia. La región de La Paz, con sus 700.000 votos, es la clave.

Siles Zuazo ganó en 1979 porque consiguió triunfar en La Paz, que concentra el 35% de los sufragios del país.

Sobre los resultados de las urnas, que empezarán a ser conocidos a partir de mañana, planean las fuerzas armadas.

Uno de los hombres fuertes de la cúpula castrense, el jefe de la fuerza aérea, Waldo Bernal, ha puesto recientemente los puntos sobre las íes: «En la fórmula presidencial que encabeza el más antiguo e impertérrito jefe partidario está sólidamente incrustado el recalcitrante PC marxista-leninista pequinés, enemigo acérrimo y detractor permanente de las gloriosas FF AA ... ». «... En la segunda fórmula con más posibilidades de victoria está enquistado el PC moscovita y el castrismo deletéreo».

Privadas de su carga retórica, las declaraciones del general Bernal expresan los puntos de vista del general Luis García Meza, actual jefe del Ejército y cerebro del sector más radical y antidemocrático de las fuerzas armadas. En la práctica, su traducción, como es público en Bolivia, equivale a un veto militar a un Gobierno de Hernán Siles Zuazo y la UDP.

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